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Cuestión de estética

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Don Vicente y Doña Elisa eran catedráticos de instituto. En aquella época, acceder a dicho estatus implicaba ciertas concesiones. Los que tuvimos la suerte de poder disfrutar de sus clases, y sufrir sus dotes de disciplina, podemos sentirnos afortunados. Allí, en el instituto Columela de principios de los setenta, la historia del arte era en blanco y negro. La geografía se limitaba a capitales de países remotos, ríos caudalosos de nombres raros, cabos más que sobresalientes y golfos de regiones ignotas. Ella, a pesar de su edad, veía la geografía como ese viaje soñado, que siendo quimérico, te quedó fantaseado en la retina. Él siempre empezaba los cursos de la asignatura de Historia del Arte con la misma pregunta: «¿Piensa usted que en el mundo del arte todo ha sido un avance continuo en la estética?»

Ha habido tiempos de febril creación que casi siempre no han coincidido con la cúspide económica. Dicen que con hambre no se puede pensar en otra cosa que en comer, que lo de crear queda para momentos de saciedad. Pero no es cierto. La creatividad puede surgir de la necesidad de expresar algo, aunque la opulencia sea cómoda y conservadora no es buena consejera para las novedades. Escribía Stefan Zweig en su obra 'Momentos Estelares de la Humanidad' que existen momentos en los que se pueden encontrar puntos clave que suponen una inflexión en la historia, en la estética, en la belleza, la única reivindicación individual que es totalmente subjetiva, aquella que es tan personal como el propio yo.

A dos días del Sorteo de Navidad, el anuncio más caro de la publicidad en la televisión en España ha venido a demostrar que las individualidades estertorosas no son capaces de conseguir un conjunto armonioso y afinado. Mezclar el románico más sobrio con el gótico flamígero, combinar ciertas connotaciones del renacimiento más quatroccentista con toques indi y un cierto regusto de arte popular, no pueden conseguir más que un pastiche de colores apagados. Esos toques del Nodo en color sepia revelan que la estética no está al alcance de cualquiera, ni aunque sean estrellas deslumbrantes de los estilos más variopintos. Por muy generoso que sea el presupuesto, por muchas estrellas singulares que quieran aturdirnos con interpretaciones desvaídas van a conseguir levantarnos este ánimo tan de saldo. Ninguno de los que han participado en el casting del spot de Día de Gloria merecida de los niños y niñas de San Ildefonso han estado a la altura del Premio más deseado de la Suerte Española.