Washington celebró ayer una vigilia nacional por las víctimas de la violencia armada. :: M. REYNOLDS / EFE
MUNDO

Newtown se niega a recordar

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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Daniel Barden tenía el oído de su padre para la música. Su madre estaba convencida de que de mayor sería batería, pero nunca lo sabrá. Un joven desequilibrado y obsesionado con videojuegos y matanzas entró hace un año en su escuela de Newtown y descargó sobre él y otros 19 niños casi 150 balas con un rifle semiautomático que destrozó sus cuerpecitos de entre 6 y 7 años, además de los de seis profesoras.

«Cada día desde que Daniel fue asesinado ha sido un duro viaje para mí, pero, francamente, los que llevan hasta el aniversario han sido especialmente duros», escribió esta semana su padre a los seguidores de la Fundación Sandy Hook Promise. Aquel 14 de diciembre de 2012 los angustiados padres del colegio Sandy Hook se habían reunido en la estación de bomberos a la espera de noticias, tras escuchar por la radio el escalofriante balance de muertos. Ahí empezó la pesadilla para una veintena de padres que ha pasado el peor año de sus vidas. Un año después, Newtown no quiere recordar.

El pueblecito a hora y media de Nueva York en el que se establecieron muchas parejas para formar familia sin los peligros de la ciudad, no quiere aparecer hoy en los periódicos. La comunidad ha pedido a los medios que no manden periodistas a cubrir el aniversario. Están convencidos de que si consiguen superar esta fecha sin revivir la tragedia podrán pasar empezar a sanar las heridas.

«Todos estamos juntos en esto y necesitamos tranquilidad y tiempo a solas», pidió la portavoz de la comunidad Pat Llodra, al anunciar que no habría ningún acto de homenaje público. «Centrarse en la tragedia va expresamente en contra de los deseos de mi comunidad», advirtió Julie Lyonn cuando este periódico se puso en contacto con ella. «Por favor, dile a tu director que medios como la BBC y NPR han prometido respetar nuestro deseo».

Así es como este periódico hoy no rememora la carnicería de Adam Lanza, que desde los cinco años dibujaba en la escuela ancianas con bastones convertidos en pistola con los que disparaba a los niños. Ni la angustia de su madre, Nancy, a la que asesinó en su propia cama horas antes de la masacre. En los días previos había confesado a un amigo en la barra de un bar que estaba perdiendo la batalla con su hijo, diagnosticado con el síndrome de Asperger desde los 6 años, cada día más aislado e insociable. Ni el pánico de las profesoras que gatearon bajo las mesas tras esconder a los niños en los armarios.

Newtown no quiere ser recordado por la tragedia que lo dio a conocer al mundo, sino por lo que ha hecho de ella. Los padres de Avielle Richman, «a la que nunca le faltaba una enorme sonrisa», han traducido su obsesión en entender el por qué de su muerte en una fundación que investiga los indicios biológicos en el cerebro que delatan la conducta violenta y otros problemas de salud mental. Los de Josephine Gay, una niña que combatía el autismo con la ayuda de la natación, recaudan fondos para ayudar a otros niños con autismo y hacen campaña para mejorar la seguridad en los colegios. Simples detalles, como la instalación de cristales laminados, hubieran impedido que Lanza abriera un agujero en el vidrio de la puerta para entrar a la escuela. Y los de Daniel, «un chico tan amable que le abría la puerta a los extraños», se han dedicado a luchar por el control de armas y la ilegalización de cartucheras de alta capacidad que permitió al joven de 20 años disparar 156 balas en menos de cinco minutos.

Cruzada contra las armas

Las 26 vidas que se cobró antes de suicidarse han generado más de 70 fundaciones a las que los padres de esos niños se han aferrado como si fuera la última oportunidad de darle sentido a sus vidas y a sus muertes. El psicólogo Jack Saul, autor del libro 'Collective trauma, collective healing' recomienda esta forma de involucrarse activamente con la comunidad como una de las mejores para sanar las heridas, a pesar de que algunas como el control de armas parezcan batallas perdidas. «El que sea cuesta arriba no disminuye el sentido de alivio que obtienen al perseguir la causa», explica. Las familias lograron que el Estado de Connecticut aprobase las leyes más duras de control de armas de todo el país y volaron con el presidente Barack Obama para trasladar al Congreso su cruzada.

La segunda mayor matanza de la historia de EE UU, después de Virginia Tech en 2007, sacudió los cimientos de la sociedad y obligó a los amigos de las armas a emplearse a fondo. En los días siguientes a la matanza de Sandy Hook las armerías hicieron el agosto y la Asociación Nacional del Rifle reclutó un millón de nuevos socios en seis meses.

Con las arcas llenas, los 'lobbies' armamentísticos invirtieron 12,2 millones de dólares (8,8 millones de euros) en cabildear a los legisladores para evitar que que se limitaran sus derechos constitucional a portar armas. El intento federal de universalizar al menos la obligación de revisar el historial delictivo se estrelló en abril en el Senado, donde no llegó a obtener los 60 votos necesarios para superar el veto republicano.

Los únicos cambios han llegado a nivel estatal, donde se han aprobado más de un centenar de leyes, de las que 39 aumentan las restricciones y 70 las liberan aún más. Los lobbies trabajan sin descanso, pero las estadísticas dicen que cada vez tendrán menos adeptos. Las dos principales razones por las que dicen necesitarlas es por seguridad y para disfrutar de la caza. Y mientras el crimen baja, la pasión por este deporte también. Por contra, 194 niños menores de 12 años han muerto por armas de fuego desde Newtown y su caras infantiles despiertan a la sociedad.

Nuevo incidente

Coincidiendo con el aniversario de Newtown, otro individuo armado irrumpió en una escuela de secundaria de la localidad de Centennial (Colorado). Este se suicidó después de herir al menos a dos personas, según el alguacil del condado, Grayson Robinson.

El oficial explicó que tras recibir la alerta en la Escuela de Secundaria de Arapahoe agentes de policía se desplazaron al centro donde acorralaron al atacante, que se suicidó de un disparo. El alguacil informó que el presunto autor del tiroteo llegó a la escuela preguntando por un profesor, y que un estudiante se enfrentó a él y recibió un tiro.

La alerta motivó un toque de queda en todos los centros educativos de la localidad de Centennial, que se encuentra a unos 30 kilómetros al sur de Denver. La escuela de secundaria de Arapahoe, con unos 2.220 estudiantes, fue inmediatamente evacuada.