La poligrafía
Actualizado: GuardarAcaba de decirme una sagaz amiga, versada en letras inmediatas concisas, ¡esa virtud excelsa!, que al leerme en estas piruetas de vocación teórica en formato de literatura minúscula, se pierde. No tiene por qué adivinarme, y la entiendo y le pido disculpas agradecido. Uno no es fruto de un origen preciso, contrito y confeso, sino que se es fruto de un destino impreciso; somos lo que seremos, desde la dinámica presocrática de Heráclito o Parménides, sabiendo por ello cuándo y dónde se inicia nuestro discurso, dónde termina y, sobre todo, hasta dónde se nos entiende. El portento cultural de Eugenio D'Ors se refugiaba intencionadamente tras la fronda de un culteranismo mediterráneo para eludir la lucha cuerpo a cuerpo contra la saludable controversia doctrinal. La claridad, dicho de otra forma, es un ejercicio de valentía y los que hacen periodismo, día a día, se invisten, también día a día, con los ropones rituales de un gremio sacerdotal valerosísimo que quiere estar seguro de que comunica la verdad y que no existe otra verdad más que esa verdad, ni mejor forma de certificarla. Deben ser sinceros para con ellos mismos y para con su oficio y así, deben de expresarse con claridad y, sobre todo, orientadoramente. Confieso, con envidia purísima, que este ejercicio de cristalina comunicación tiene mucho mérito y gran responsabilidad.
Pero cuando se vislumbran ejercicios de poligrafía, de polifacetismo, como los ejercidos por Ortega y Gasset, por Jean Cocteau, por Chillida, por todos aquellos que han sido capaces de perderse tras la bruma fascinante de las navegaciones virtuosas poligráficas, uno duda, y hace dudar lo que lamento, si es mejor vivir entre certidumbres diagnósticas que entre barruntos agnósticos. Andrés de Urdaneta, (Ordicia 1508, Ciudad de México 1568), fue cosmógrafo, militar, marino, explorador y fraile agustino, que donó al mundo de la navegación la 'Ruta de Urdaneta', toda una revolución cosmovisionaria, lo que pudo realizar justo por su compromiso con la inconcreción, con la inconcisión. Los dones de la poligrafía radican en el riesgo de la imprecisión, en los riesgos de la vida preciosa e imprecisa. Hay que ser todo aquello que pueda serse sin temor al riesgo de ser interpretado mas con sumo respeto al interpretador.