Más de la mitad de los inmigrantes se quedaría en España a pesar de la crisis
El perfil del extranjero es el de un joven con un salario inferior a la media, que vive de alquiler y se siente respetado por los españoles
MADRID. Actualizado: GuardarAbandonaron sus hogares en busca de una vida digna. Sus países les negaban un porvenir y se embarcarse en un viaje entre la incertidumbre y la esperanza. Tras seis años en España, más de la mitad de los inmigrantes están dispuestos a seguir entre nosotros porque, pese a tener salarios inferiores a la media y sentirse algo despreciados por los políticos, disfrutan de condiciones sociales impensables en sus lugares de origen.
Es el perfil que, a grandes rasgos, dibuja el estudio elaborado por la editorial SM y que, por primera vez analiza el fenómeno de la inmigración en España a través de sus protagonistas. «Para razonar y sentir la inmigración, hay que vivirla», explica Ileana Ligia Mihaila, impulsora del trabajo. Acostumbrados a las gélidas -y en ocasiones, confusas- cifras oficiales, 'Claves de la integración de los inmigrantes en España' aspira a realizar una radiografía más profunda y realista.
«Hay muchos tópicos y la mayoría salen desmontados. Queríamos tener una visión pormenorizada de los inmigrantes», asevera el sociólogo Antonio Gutiérrez Resa. Su publicación coincide con el último informe del INE, que registra la salida del país de casi 260.000 personas en la primera mitad del año. Frente a esta tendencia, el estudio perfila a un inmigrante a quien las consecuencias de la crisis económica, que castiga a este colectivo con mayor intensidad, no disuade de buscar un futuro en territorio español. El 57% de los más de dos mil expatriados que respondieron a las cuestiones reconoce su deseo de quedarse permanentemente en España. Sólo el 31% se afana en ahorrar para volver a casa, en su mayoría rumanos.
Este país del viejo bloque comunista es el origen del mayor colectivo migratorio. Casi uno de cada cinco inmigrantes proceden de allí. Detrás se sitúan magrebíes, latinoamericanos y, en menor medida, europeos occidentales. Estos últimos tienden a concentrarse en guetos en los que se limitan a emular el estilo de vida de sus países sin mostrar interés en la cultura autóctona.
Sanidad y Educación
La principal correa de transmisión de los inmigrantes con la sociedad española, apunta el estudio, es el sistema de protección social. No distan mucho de los autóctonos al sentirse ignorados por la clase política, lo que deriva en una ínfima participación en actividades sociales y asociativas. Pero su entusiasmo crece al hablar de los servicios. Una amplia mayoría -más del 80%- valora muy positivamente la sanidad y la educación públicas, cuyo funcionamiento juzgan satisfactorio.
Las principales preocupaciones de estas minorías reflejan el escenario de dificultades que atraviesa la sociedad española. El paro -un 14% superior a la media entre los inmigrantes- y la vivienda son sus grandes caballos de batalla. Nada raro, si se observa que solo el 23% de los expatriados disfruta de un contrato fijo y apenas el 16% opta por una vivienda en propiedad.
Pese a la heterogeneidad de la inmigración residente en España, las diferencias son mínimas y responden a matices culturales o religiosos. Los de origen latinoamericano manifiestan un grado de integración casi pleno gracias a los vínculos lingüísticos y culturales con la 'madre patria'. Unos vínculos contemplados como grandes obstáculos los oriundos de Europa oriental y, en mayor medida, de regiones islámicas, que expresan su inquietud ante los brotes puntuales de racismo o xenofobia y la crisis de valores a la que achacan problemas sociales como la violencia de género o el consumo de alcohol y drogas.
España no es un país racista -solo el 5% siente rechazo-, dice el estudio, pero señala que el contexto actual puede ser caldo de cultivo de actitudes discriminatorias. El trabajo quiere «hacer visible al inmigrante» y «elevar el nivel de conciencia de su identidad» entre los españoles. Los expatriados reclaman más esfuerzos de los agentes sociales. El 78% sostiene que la sociedad debe implicarse en un conocimiento más próximo y humano de quienes tratan de prosperar lejos de su hogar.