Los laureados con los premios Nobel de 2013, durante la ceremonia de entrega. :: CLAUDIO BRESCIANI / EFE
Sociedad

Cálido homenaje a Alice Munro en la distancia

La 'Chéjov de Canadá', con una salud frágil, delegó en su hija la recogida del Nobel para evitar un viaje fatigoso

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Su precaria salud desaconsejaba un viaje agotador de Canadá a Estocolmo. Sin embargo, Alice Munro, ganadora este año del Nobel de Literatura, recibió un cálido aplauso durante la ceremonia de entrega de los galardones. La maestra del cuento y decimotercera mujer que se adjudica este reconocimiento internacional cosechó un sentido homenaje en Estocolmo, en un acto en el que el recuerdo de Nelson Mandela, Nobel de la Paz en 1993, estuvo más presente que nunca.

Jenny Munro, hija de la escritora premiada, recogió la distinción de manos del rey Gustavo de Suecia. El monarca sueco dedicó más tiempo del invertido con otros premiados a saludar a la hija de la escritora.

Al inicio de la ceremonia, el presidente de la Fundación Nobel, Carl-Henrik Heldin, dedico palabras emotivas a Mandela y su lucha de la libertad, la democracia y el humanismo. Pero también su discurso, previo a la entrega de los galardones, fue incisivo un alegato en favor del conocimiento y en contra de los estados que, en tiempos de crisis como los actuales, cercenan la investigación científica. «Hoy es más importante que nunca mantener e incluso aumentar el apoyo a la investigación, en particular a la investigación básica».

Fue el secretario permanente de la Academia sueca, Peter Englund, quien glosó la talla de los premiados, al tiempo que se detuvo en la figura de Munro. Su grandeza estriba en saber plasmar con igual o más intensidad en 30 páginas lo que un novelista dice en 300. Todo ello con claridad, transparencia y precisión.

«Si lees muchas obras de Alice Munro con atención, antes o después en uno de sus relatos te verás cara a cara contigo mismo; ese es un encuentro que siempre te deja zarandeado, con frecuencia transformado, pero nunca destrozado», dijo.

Después de Munro, los premiados más populares, a pesar de la complejidad de sus teorías, eran Peter Higgs y François Englert. Ellos formularon hace medio siglo la hipótesis del bosón de Higgs, que preconizaba la existencia de una partícula subatómica que confiere masa al resto, lo que representa un hito y «un fantástico triunfo para la ciencia».

El presidente del Comité Nobel para Física, Lars Brink, evocó al ya desaparecido Robert Brout, que trabajó con Englert en el mismo empeño, y al Laboratorio Europeo de Física de Partículas (CERN), que demostró la existencia del bosón en julio del año pasado. Martin Karplus, Michael Levitt y Arieh Warshel recibieron el premio de Química por su contribución a elaborar simulaciones por ordenador para entender y predecir los procesos químicos.

En el campo de la medicina, este año el premio reconoció a científicos que han descollado por sus investigaciones sobre el sistema de transporte en el interior de la célula. Randy Schekman, James Rothman y Thomas Südhof han dedicado años a indagar el mecanismo que hace que las moléculas sean transportadas al lugar idóneo de la célula en el momento adecuado. Horas antes de la concesión, Randy Schekman hizo unas explosivas declaraciones contra la banalización de la ciencia que están favoreciendo publicaciones como Nature o Science, que, a su juicio, buscan más el efecto mediático que la calidad de los estudios. «Son como los diseñadores de moda», aseveró Schekman, quien prometió no publicar nada más en ambas revistas.

Los economistas Eugene Fama, Lars Peter Hansen y Robert Shiller recogieron el Nobel de Economía por sus «análisis empíricos de los precios de los activos», unos estudios que se han revelado muy valiosos para conocer el funcionamiento de los mercados financieros.

En Oslo, la Organización para la Prohibición de las Armas Químicas (OPAQ) recibió el Nobel de la Paz, cuando la comunidad internacional está inmersa en pleno proceso de desmantelamiento del arsenal químico sirio, que se espera empezar a destruir antes de finales de enero.