Feliz Navidad, De Bernardo
Actualizado: GuardarSan Fernando era joven e inocente, aunque quizás no tanto como cuando la llamaban Isla de León. Poseía un Ayuntamiento en ruinas, pero quizás no tanto como lo está ahora, en declive físico y económico. Tenía un alcalde sonriente que fue decapitado por otro alcalde campechano y ambos eran escoltados por interventores, tesoreros y cajeros municipales, cuyo trabajo era custodiar una llave que colgaba en una pared. La llave de la caja municipal. Un día el Tribunal de Cuentas llamó por teléfono y dijo aquello de «no me salen las cuentas», lo cual es preocupante pues contradice su propio fin. Se preguntó a los cajeros dónde estaba el dinero. ¿El de quién?, respondieron. Clemente Ruiz era un funcionario con empresas, un señor acicalado, quizás menos que ahora, que cultiva una imagen carcelaria de Cristo encadenado que pelea su inocencia sin tirar aún de la manta. Luego vino la ridícula rueda de prensa del 'Ciudadano Manolo', como se ha llamado a sí mismo De Bernardo, el bosquejo de denuncia en comisaría, la conmoción en los medios y el pavor en la calle. El Ayuntamiento 'ens roba', pero de verdad. No con una obra absurda ni con el equivocado cálculo de nuestra superficie catastral; nos habían limpiado una cantidad que fue aumentando hasta el infinito -el infinito, al parecer, son 8 millones de euros- y desconocemos quién ha sido; políticos, funcionarios, un programa informático o el sursumcorda.
El mayor ridículo no fue el de los negligentes que debían controlar nuestros dineros sino el de los que -las garras de águila hundidas en los cheslongs de Isaac Peral, aguantando el huracán que se llevo a Dorothy a las tierras de Oz- se negaron a dimitir en bloque asumiendo sus responsabilidades políticas. Y el de los que se han negado a cesarlos. Dicen que Loaiza debe romper ya el pacto con el PA, como es su deseo: Dejar a Francisco Romero sin chófer ni fotógrafo en lo redondo de la calle, justo ahora que Marta Bricco ha dejado knocked-out con su marcha al Partido Socialista Sin Candidato Obrero Isleño (PSSCOI). Asistimos, estos indigentes vasallos que somos, a una extraña partida de ajedrez en la que el primer peón en caer ha sido De Bernardo, en un hara-kiri que llega tardísimo. Ha sido la crónica de una navideña muerte anunciada. Pero, lamentablemente, sólo de una.