![](/cadiz/prensa/noticias/201312/09/fotos/7631469.jpg)
La oposición tailandesa lanza el asalto final al Gobierno
SHANGHÁI. Actualizado: GuardarHoy se decide el futuro de Tailandia. O, al menos, eso es lo que aseguró ayer Suthep Thaugsuban, el hombre que lidera las grandes protestas contra el Gobierno de la primera ministra, Yingluck Shinawatra, y que con ellas ha sumido al país, una vez más, en el caos político. Hoy Suthep espera que se celebre el 'día de la victoria' y, para certificar que así sea, pidió a sus seguidores que batan el récord mundial de manifestantes. «En Egipto se reunió medio millón de personas. Podemos superar esa cifra. Sólo nos hace falta un esfuerzo más», sentenció. Y, a juzgar por la muchedumbre que anoche ya se concentraba en zonas clave de la capital, Bangkok, es posible que Suthep no vaya desencaminado.
De momento, ya se ha marcado un tanto importante: ayer, los 153 diputados del opositor Partido Democrático decidieron dimitir de sus escaños en el Parlamento. Alegaron que, a pesar de haber sido elegido limpiamente en las urnas hace dos años y medio, el Ejecutivo de Yingluck es ilegítimo. La primera ministra, por su parte, ofreció a sus detractores la celebración de un referéndum sobre su continuidad en el poder, y afirmó que dimitirá y convocará comicios anticipados si lo pierde. Pero, como la posibilidad de que eso último suceda es pequeña, los seguidores de Suthep, a quien la Justicia busca por sedición, prefieren librar la batalla en las calles y exigen la instauración de un 'consejo popular' no elegido en las urnas para comenzar «una reforma de verdad».
La guerra no es nueva. Como poco, se remonta a 2006, año en el que los militares depusieron con un golpe de Estado incruento al hermano de Yingluck, Thaksin Shinawatra. Desde entonces, el ex primer ministro se esconde de la Justicia tailandesa, que lo reclama por corrupción, en Dubái. Pero los seguidores de Suthep, en su mayoría pertenecientes a la elite urbana, acusan a la actual mandataria de ser una marioneta de su hermano y de perpetuar el 'régimen Thaksin'. Frente a ellos están los 'camisas rojas', generalmente pobladores de clase media o baja de zonas menos desarrolladas. Estos últimos sí que apoyan al Gobierno, sobre todo por la introducción de políticas sociales que les han beneficiado.
«Daño ético enorme»
«Antes los tailandeses no aceptaban la corrupción, pero ahora sí que lo hacen si les beneficia», dijo Suthep dirigiéndose a Thaksin. «El daño ético que has causado a Tailandia es enorme. Si tú pides justicia, nosotros también podemos exigirla. Y no olvides que si estás en Dubái es porque has escapado». En su discurso, Suthep acusó al Gobierno de impulsar únicamente leyes que le benefician, como la propuesta de amnistía que permitiría el retorno indemne de Thaksin. «Ya no creemos más a este Gobierno, así que mañana -por hoy- caminaremos para exigir que se nos devuelva el mandato».
El Ejército tailandés aseguró que, pase lo que pase, no tiene intención de dar un nuevo golpe de Estado. El problema, temen algunos, está en que la situación se torne violenta y los cinco muertos de la última semana se conviertan en una cifra anecdótica.