Un sacerdote golpea a martillazos la estatua de Lenin, derribada ayer por manifestantes proeuropeos en Kiev. :: SERGEY DOLZHENKO / EFE
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Lenin paga la ira ucraniana

Los opositores derriban la estatua del líder comunista como símbolo de ruptura con Rusia e inundan las calles de Kiev

KIEV. Actualizado: Guardar
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Cientos de miles de personas invadieron ayer la plaza de la Independencia de Kiev y las calles adyacentes, especialmente la avenida principal, Kreshatik. Los congregados continuaron exigiendo la dimisión del Gobierno, el adelantamiento de las elecciones, la firma del Acuerdo de Asociación con la UE y la puesta en libertad de la ex primera ministra, Julia Timoshenko. Mientras, los activistas más duros de la formación ultranacionalista Svoboda, levantaban nuevas barricadas y echaban abajo la estatua de Lenin, situada en la plaza de Besarabia.

El intento de intimidación llevado a cabo por los Servicios de Seguridad de Ucrania (SBU), advirtiendo de que se ha iniciado una investigación penal contra la oposición por intento de golpe de Estado, no hizo sino enardecer aún más a las masas. Desde la tribuna instalada en la plaza de la Independencia, el 'número dos' de Batkívshina, Arseni Yatseniuk, tachó de «provocación» la decisión del SBU y afirmó que eso indica que «el presidente Víctor Yanukóvich se prepara para declarar el estado de excepción». El líder de Svoboda, Oleg Tiagnibok, dijo que el poder no se saldrá con la suya y llamó a seguir bloqueando las instituciones oficiales.

Sus partidarios le obedecieron, pero antes protagonizaron el suceso más espectacular del día. Aproximadamente unos trescientos activistas de Svoboda se dirigieron a la plaza de Besaravia, al comienzo del bulevar Shevchenko, y derribaron el monumento a Lenin. Lo hicieron encaramándose con una escalerilla al pedestal, que tiene casi siete metros de altura y arrancando la escultura, que mide unos tres metros y medio, haciendo palanca con barras de hierro. Después colocaron una cuerda al cuello del máximo dirigente de la Revolución Bolchevique de 1917 y la fueron tensando hasta que la enorme figura de mármol rojo cayó. Una vez en el suelo, los militantes de Svoboda, muchos de ellos enmascarados, destrozaron la escultura a martillazos mientras los presentes coreaban la palabra «¡Revolución!» y arrojaban bengalas.

Uno de los participantes en la acción declaró que «Lenin es el símbolo de Rusia y aquí a donde queremos mirar es a hacia Europa». El monumento fue erigido en 1946 y últimamente había sido atacado varias veces. En esta última semana, el pedestal se había llenado de pintadas. En Kiev proliferaron ayer las barricadas en torno de los edificios de la Presidencia, el Parlamento y el Gobierno. En la sede del Ejecutivo se levantó el parapeto más grande, con tablas, ramas, bancos del vecino parque Mariinski y rejillas metálicas. Intentan con ello impedir que hoy acudan a trabajar los funcionarios. Justo al lado, se instalaron más tiendas de campaña.

El ambiente era festivo en la plaza de la Independencia, donde tras el mitin empezaron a tocar grupos musicales. Sin embargo, junto a la Casa del Gobierno y en la plaza de Besaravia el panorama era de guerrilla urbana. La Policía no intervino, sólo acordonó los inmuebles oficiales y los estudios de la televisión. El ayuntamiento, tomado hace una semana, se ha convertido en cuartel y dormitorio para los activistas.

Desde Járkov, en donde está hospitalizada, Timoshenko volvía a exigir la dimisión de Yanukóvich. Lo hizo a través de un comunicado: «No hay que sentarse a negociar con este poder que tiene las manos manchadas de sangre». Entretanto, el contenido del encuentro del viernes en Sochi entre el presidente y su homólogo ruso, Vladímir Putin, sigue siendo un secreto. Tiagnibok exigió al jefe del Estado que aclare qué «manejos» se trae con Rusia.