El 'Botox' no es exclusivo de los tratamientos estéticos.:: R.C.
Sociedad

Las nuevas fronteras clínicas del 'Botox'

Probada su seguridad, alta tolerancia y efectividad en afecciones como la parálisis cerebral, Sanidad la sufraga para algunos tratamientos La más famosa toxina estética se utiliza en el 98% de los casos como fármaco para las migrañas o la incontinencia

MADRID. Actualizado: Guardar
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El 'Botox' se ha popularizado en los últimos años como remedio predilecto entre famosas y menos famosas para desterrar las arrugas del rostro. La toxina botulínica es una suerte de panacea que disimula la huella del paso de tiempo, tan denostado en una sociedad que se aferra al mito de la eterna juventud. Pero su aplicación estética del fármaco, aunque muy popular, es minoritaria.

Desde que se iniciara su comercialización en España, hace dos décadas, la toxina botulínica tipo A, más conocida por su marca comercial, 'Botox', se emplea en el 98% de los casos con otros fines terapéuticos, prescrito como fármaco en cuadros clínicos tan diversos como la migraña crónica, la parálisis cerebral o la incontinencia urinaria.

Los pacientes que reciben este tratamiento, «muy eficaz y sin efectos secundarios», consiguen «mejorar considerablemente su calidad de vida». Así lo afirma el doctor Anthony Ward, una eminencia en el campo de la rehabilitación neurológica, que ejerció como padrino de lujo en el acto que conmemora los veinte años de 'Botox' en nuestro país.

Entre los usos médicos más extendidos del medicamento se encuentra la incontinencia urinaria por vejiga hiperactiva. Un problema de salud «importantísimo» que «avergüenza» y «amarga» la vida a quienes lo padecen, en palabras de Manuel Esteban, jefe de Urología en el Hospital de Parapléjicos de Toledo. Más de seis millones de españoles, una de cada cinco mujeres y la mitad de los mayores de 65 años, padecen esta incómoda afección provocada por la contracción involuntaria de los músculos que rodean a la vejiga y que pueden controlarse o incluso desaparecer con la administración del fármaco.

La eficacia, seguridad y alta tolerancia que la toxina tiene en los pacientes ha atraído el interés de las instituciones. El Ministerio de Sanidad sufraga desde hace varios meses el empleo del 'Botox' como alternativa preventiva en casos de migraña crónica y, según anticipa el doctor Esteban, estudia su reembolso en el Sistema Nacional de Salud para tratar el citado trastorno urinario.

Los facultativos explican que, aunque se trate de una toxina, las fructíferas investigaciones desarrolladas por especialistas de prestigio internacional, han permitido garantizar que su administración es segura «al cien por cien». La sustancia se aplica como una solución «purificada» en pequeñas inyecciones que los pacientes «toleran perfectamente» y en ciclos individualizados «nunca inferiores a tres meses».

Los ensayos clínicos que revelaron una reducción «notable» de los dolores derivados de la migraña crónica, aquella que provoca cefaleas más de quince días al mes durante tres meses y afecta al 2% de la población española, han propiciado su reconocimiento por parte de las instituciones. «Aunque no cura la enfermedad, el tratamiento ha sido bien recibido por estos pacientes», asegura Julio Pascual, director del Área de Neurociencias del Hospital Universitario Central de Asturias. En concreto, más del 70% de los afectados vieron reducida a la mitad la frecuencia de la jaqueca tras recibir las inyecciones.

La toxina botulínica tipo A se administra en la mayor parte de los hospitales españoles también para el tratamiento de la espasticidad, un síntoma que aparece en diferentes afecciones neurológicas como el ictus o la esclerosis múltiple y que altera el tono muscular hasta el punto de impedir actividades cotidianas como caminar o asearse.

El doctor Ward reconoce que el fármaco «ha cambiado la cara» de la enfermedad al integrarse con eficacia en los procesos de rehabilitación y ha subrayado que su inocuidad -se trata de una toxina «purificada»- permite su infiltración en niños con parálisis cerebral para retrasar o incluso evitar la cirugía pediátrica, que puede tener implicaciones muy perniciosas en el desarrollo motriz del pequeño.