Los escándalos, ceses y dimisiones desgastan a la Agencia Tributaria
Montoro atribuye la crisis actual a la marcha de los socialistas que quedaban en la cúpula, mientras el PSOE denuncia una 'caza de brujas' en la institución
Actualizado: GuardarLa crisis interna que sacude a la Agencia Tributaria (AEAT) desde hace medio año y su principal derivada, la cascada de dimisiones y ceses de inspectores y altos cargos, han desgastado la imagen de este organismo ante la sociedad y puesto su imparcialidad en entredicho. Políticos, asociaciones de inspectores y subinspectores reclaman al ministro de Hacienda un golpe de timón que dé más independencia a la AEAT y una explicación en sede parlamentaria de lo ocurrido, pero de momento Cristóbal Montoro no se da por aludido. Su departamento achacó primero la zozobra al proceso «normal» de relevos inherente a la llegada de un nuevo director general. Sin embargo, el pasado viernes Montoro fue un paso más allá y atribuyó la inestabilidad a la marcha de los socialistas que quedaban en la cúpula de la institución.
El último episodio de esta deriva ocurrió el pasado jueves, cuando el director general de la AEAT, Santiago Menéndez, cesó sin previo aviso a cuatro altos cargos, los delegados regionales en Castilla y León, Cantabria y Galicia y a la directora del Servicio de Planificación y Relaciones Institucionales. El día anterior la tormenta había arreciado al presentar su dimisión el jefe de la Inspección y número dos de la AEAT, Luis Jones, hombre de gran prestigio entre los inspectores y poco sospechoso de ser socialista por su probada sintonía con la anterior directora de la institución, Beatriz Viana, nombrada por el PP dimitida en junio debido al escándalo en torno al 'caso Noos' y el DNI de la Infanta.
Luis Jones justificó su marcha por sus «notables diferencias» con el actual director general, Santiago Menéndez. El momento coincidió con el apogeo de otro escándalo, el de la cementera Cemex, que ya había generado otra dimisión sonada, la de Ignacio Ucelay, jefe de Dependencia de Control Tributario y Aduanero de la Delegación Central de Grandes Contribuyentes, la oficina encargada de fiscalizar a las mayores empresas y fortunas del país.
Ucelay presentó su renuncia el 11 de noviembre tras las filtraciones sobre el expediente de Cemex y las supuestas presiones desde la jefatura a una inspectora -que fue cesada de forma fulminante- para que cambiase de criterio y librase a la multinacional de una sanción de 450 millones de euros. Hacienda anunció el jueves el reemplazo de Ucelay por Eduardo Córdoba Ocaña, hasta ahora jefe de equipo en la Delegación Central de Grandes Contribuyentes. Al tiempo, Menéndez situó a Ángel Rodríguez al frente del servicio de Planificación y aupó a Luis María Sánchez González al puesto de director del Departamento de Inspección, lo que le convierte en el nuevo número dos.
Reestructuración
Menéndez habría aprovechado la zozobra causada por las últimas dimisiones para cesar a varios altos cargos y acelerar la reestructuración de su equipo, situando a personas de su máxima confianza en puestos clave. Sin embargo, entre los inspectores y técnicos de la AEAT el sentimiento que predomina es que lo ocurrido hace necesarias reformas que refuercen la independencia del organismo y disipen toda sospecha de favoritismo o de injerencia política.
La organización de Inspectores de Hacienda del Estado ha solicitado un cambio legal para que en adelante al director general de la AEAT lo nombre el Parlamento y no el Gobierno de turno. El colectivo de subinspectores (Gestha) exige una investigación de las supuestas presiones a inspectores para forzar cambios de criterio en algunos asuntos.
El Gobierno defendió el viernes la «profesionalidad» e «independencia» de los funcionarios. De ahí que resulten aún más sorprendentes las palabras de Montoro achacando la crisis a los socialistas que quedaban en la cúpula de la AEAT. Su comentario ha enfadado mucho al PSOE, cuyo secretario general, Alfredo Pérez Rubalcaba, ha denunciado una 'caza de brujas'.