Un comandante adiestrado por los Guardianes de la Revolución
Actualizado: GuardarUn multitudinario funeral en Baalbeck, en el valle de la Bekaa del que se cree que era natural, despidió a Hasán al Laquis. Es uno de esos líderes del Partido de Dios que el público conoce precisamente cuando desaparece del convulso escenario de Oriente Próximo. En los carteles con la imagen del comandante caído que acompañaban al cortejo fúnebre podía verse, de fondo, la mezquita de Sayida Zeinab, cercana a Damasco. Hezbolá envió a sus combatientes a defender este templo y en ayuda del presidente sirio.
De Al Haquis, de poco más de 40 años, se sabe que era un «muy alto» responsable de la milicia chií desde finales de los 90, cuando se ocupaba de los suministros llegados a Hezbolá desde Canadá. Que militó en el grupo desde la primera hora, adiestrado por los Guardianes de la Revolución iraní en la fabricación de armas y explosivos para liberar a Líbano de la ocupación israelí. Y que se encargó del contrabando de armas hacia Palestina. Un historial que le colocó en el 'top 50' de los más buscados por Israel, aunque los analistas tienen pocas dudas de la inspiración suní de los cinco tiros que acabaron con su vida.