Economia

Repsol da por superada la pesadilla de YPF tras el preacuerdo con Argentina

El consejo de la compañía puede aprrobar hoy la compensación pactada con el Gobierno de Fernández, que asciende a 3.700 millones de euros

MADRID. Actualizado: Guardar
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Repsol da por superada la pesadilla de YPF, que comenzó hace más de año y medio con la expropiación del 51% del accionariado de su filial argentina por parte del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. A última hora del lunes se alcanzó un preacuerdo por el que el Ejecutivo argentino se compromete a abonar una cantidad en concepto de indemnización. No hay confirmación oficial, pero se habla de una cantidad de aproximadamente 5.000 millones de dólares (unos 3.700 millones de euros), poco más de la mitad de lo exigido hace meses por Repsol.

El preacuerdo debe pasar ahora el filtro del consejo de administración, que se reunirá hoy por la tarde en Madrid. La cúpula directiva está compuesta por 16 miembros: ocho consejeros independientes, dos de Caixabank (incluido el vicepresidente, Isidro Fainé), dos de Sacyr, uno de Pemex, y dos ejecutivos, además del presidente Antonio Brufau. Fuentes del sector creen que gran parte de los obstáculos a la resolución del problema están superados, por el simple hecho de que Argentina haya accedido a formar parte de una mesa de negociación y, lo más importante, «que está dispuesta a pagar».

También los mercados enviaron señales positivas: las acciones de Repsol subieron un 4,28%, aunque en muchos momentos de la jornada bursátil cotizaron por encima del 5%. El comportamiento de los títulos de Repsol solo fue mejorado por los de Sacyr, empresa que forma parte del accionariado de la multinacional energética. Sus acciones se revalorizaron un 5,95%.

Eso sí, el consejo deberá examinar muy detenidamente las garantías de pago, ya que los 5.000 millones de dólares se abonarán íntegramente en forma de deuda pública argentina. La cuantía de la indemnización no llega a la mitad de lo que tras la expropiación había exigido Repsol: unos 7.800 millones de euros.

Sin embargo, en la multinacional española se valora el hecho de haber arrancado un compromiso de pago a un Gobierno, como el argentino, involucrado en numerosos conflictos mediados por el Ciadi, el tribunal de conciliación dependiente del Banco Mundial. El pasado mes de junio, y a través de la intermediación de Pemex -otro de los accionistas de Repsol y pieza clave en esta crisis-, se propuso una compensación similar en términos cuantitativos a la ahora acordada, pero que contemplaba una parte en activos líquidos, y otra en activos no explorados del macroyacimiento de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, en Argentina. El consejo de administración de la multinacional española rechazó la propuesta por estar basada en «activos sobrevalorados».

«No hay trampa»

Fuentes del sector creen que esta vez la propuesta «no tiene trampa», y que responde a la necesidad que tiene el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner de encontrar inversores internacionales. Aquí es donde entra Pemex, poseedora del 9,34% de las acciones de Repsol. El principio de acuerdo alcanzado el lunes abre las puertas de Vaca Muerta a Pemex, que no podía entrar en ese negocio en virtud de un pacto firmado en 2011 con la compañía de Brufau. El acuerdo exigía al accionista mexicano a apoyar la gestión del equipo directivo de Repsol. La multinacional española tenía bloqueado cualquier intento de otras petroleras por asociarse con YPF para explotar el yacimiento. De hecho, presentó una demanda contra Chevron cuando la petrolera norteamericana llegó a un acuerdo para entrar en el negocio de Vaca Muerta.

La coexistencia entre Pemex y Repsol llegó casi a un punto de no retorno cuando la petrolera mexicana empezó a cuestionar la gestión de Brufau. Su director general, Emilio Lozoya, afirmó ante la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados mexicana que el directivo catalán tenía una retribución de 5,5 millones de euros anuales, una cifra a su juicio «excesiva» y que no se corresponde con los resultados de su gestión. Incluso en los últimos días se especulaba con la posibilidad de que Pemex promoviera una rebelión entre el accionariado que diera con los huesos de Brufau en la calle. Si finalmente se da el visto bueno al preacuerdo con YPF, las aguas de Repsol podrían volver a su cauce y, al menos por el momento, Pemex volvería a enterrar el hacha de guerra.