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El lobo solitario de París luchaba contra un complot fascista
Aldelhakim Dekhar era conocido por jactarse de ser un confidente policial infiltrado en la ultraizquierda francesa
PARÍS. Actualizado: GuardarUn complot orquestado para el triunfo del fascismo mediante la manipulación de la prensa, la banca y los guetos étnicos. Es la amenaza que motivaba al autor de los ataques armados a dos medios de comunicación y un banco de París que el lunes hirió de gravedad a un fotógrafo de prensa. Con antecedentes penales por un tiroteo sangriento que en 1994 conmocionó a Francia, Abdelhakim Dekhar es recordado por quienes lo conocieron entonces como un personaje enigmático e intrigante que se jactaba de ser confidente de los servicios secretos tanto argelinos como franceses para infiltrarse en la extrema izquierda gala.
Dekhar, de 48 años, comenzó a ser interrogado ayer en la Brigada Criminal de París tras recuperarse en el hospital de una tentativa de suicidio por ingesta de calmantes y sedantes hipnóticos. Junto a un texto mecanografiado con sus últimas voluntades, los policías que lo detuvieron el miércoles por la tarde tras tres días de caza al hombre encontraron una carta de contenido político e ideológico. En ella, además de referirse a los grandes conflictos mundiales y la situación en países árabes como Libia o Siria, acusa a los medios de comunicación de «manipular a las masas y hacerles tragar mentiras a cucharadas».
El autor arremete contra «el capitalismo y la gestión de los arrabales que compara con una empresa de deshumanización de poblaciones que el gran capital no quiere», resumió el fiscal jefe de París, François Molins. El magistrado relacionó estos «razonamientos confusos» con las «tendencias mitomaníacas y a fantasear» dictaminadas por un peritaje psiquiátrico al que fue sometido en el marco del 'caso Rey-Maupin'.
Dekhar fue condenado a cuatro años de prisión por asociación de malhechores en aquel sumario por haber comprado la escopeta con la que dos jóvenes anarquistas se lanzaron a la lucha armada el 4 de octubre de 1994. El bautismo de fuego causó en apenas media hora la muerte de tres policías, un taxista y uno de los activistas en persecuciones por el casco urbano de París en una lluviosa noche de otoño.
Los jueces, abogados y periodistas que siguieron el juicio recuerdan que trató de convencer al tribunal de ser un agente a sueldo de la Inteligencia militar argelina con la misión de infiltrarse en los círculos ácratas, autónomos y okupas para detectar a integristas islámicos partidarios del GIA. Los activistas anarquistas que frecuentaba, entre los que dejó la memoria de un tipo extraño, manipulador y provocativo, le repudiaron por haberlos delatado a la Policía y causado varias detenciones en sus filas.