A Bachelet no le salen las cuentas
Ganará la presidencia de Chile en segunda vuelta, pero sin las mayorías cualificadas que necesitan sus ambiciosas promesas
BUENOS AIRES. Actualizado: GuardarLa clara victoria el domingo sobre su principal rival no le alcanzó a la socialista chilena Michelle Bachelet para convertirse en presidenta en primera vuelta. Deberá revalidar su triunfo en una nueva cita con las urnas el próximo día 15. «Tendremos una victoria decisiva en diciembre», prometió la primera mujer en llegar a la presidencia del país en 2006. Pese a la gran distancia -46,67% de los votos frente a 25,01% de la derechista Evelyn Matthei- en la campaña de Bachelet se palpaba la decepción por no haber arrasado como se esperaba. En cambio, el entorno de Matthei vivió la derrota con euforia. Los sondeos sugerían que el oficialismo podía obtener su respaldo más bajo desde 1990 y despedirse de la segunda vuelta. Pero esquivó la hecatombe.
Bachelet cosechó más votos que en la primera ronda de 2005, cuando se impuso por el 45,9% sobre el entonces candidato derechista Sebastián Piñera, que obtuvo el 25,4%, casi a la par con el porcentaje de Matthei el domingo. La ventaja de la socialista hace siete años no se amplió en segunda vuelta (53,5%) porque Piñera trepó hasta el 46,5%.
La campaña de Bachelet esperaba más esta vez, y no sólo porque la candidata había ganado en popularidad y prestigio en los últimos años. Además, la vieja Concertación -democristianos y socialistas- se amplió a una Nueva Mayoría que incluye al Partido Comunista, un movimiento que prometía más apoyos.
La decepción puede explicarse por el voto voluntario. Hasta ahora lo chilenos debían registrarse previamente para participar y sólo entonces el sufragio era obligatorio. Desde 2012, la inscripción es automática para los mayores de 18 años, pero el voto pasó a ser optativo. Tradicionalmente eran entre siete y ocho millones de personas las que acudían a las urnas. El domingo, del total de 13,5 millones censados sólo votaron 6,5 millones.
Piñera, impulsor del voto voluntario con el acuerdo de la oposición, no pudo ocultar su desilusión. «Nos habría gustado una mayor participación», confesó. Bachelet fue aún más crítica: «Creía que a los chilenos les encantaba ir a votar, pero parece que era porque estábamos obligados».
En cualquier caso, para la segunda vuelta el escenario se presenta más adverso para la derecha por la perspectiva de que la mayoría de los siete candidatos restantes a presidente -que suman un 28% de votos- comparte el ámbito ideológico de Bachelet, por lo que cabe esperar que la apoyarán o al menos se abstendrán. Y las filas de Matthei sólo prolongarán su agonía. El tercero más votado fue Marco Enríquez-Ominami, exsimpatizante de Bachelet que cosechó casi un 11%. Y el cuarto, el independiente Franco Parisi, con el 10,1%. Los votantes de ambos difícilmente girarán a la derecha. Parisi fue drástico al afirmar que Bachelet es «una dama» y Matthei, «una persona mala».
Contra la desigualdad
Bachelet promete esta vez una gestión más radical, que acorte la brecha de desigualdad que siguió creciendo en Chile ya en democracia. Busca además volver a la educación pública gratuita y para ello pretende poner en marcha una reforma constitucional sin convocar a una asamblea, como quieren algunos sectores de la sociedad civil y el partido de Enríquez-Ominami.
Si a Bachelet no le alcanzó la victoria para volver directamente a La Moneda, tampoco le salen las cuentas en el Parlamento. En las elecciones legislativas, Nueva Mayoría consiguió el domingo 70 escaños en una Cámara baja de 120 asientos, que se renueva por completo. Las filas de la candidata socialista tendrán también mayoría simple en el Senado -21 sobre 38-. Pero no dispondrán de la representación cualificada que precisan las ambiciosas reformas prometidas a los electores.