Quiñones o Fernando, cualquiera de los dos
La Fundación Carlos Edmundo de Ory rinde homenaje al autor chiclanero con un recorrido por su vida y obra de la mano de sus amigos
CÁDIZ. Actualizado: GuardarFernando Quiñones resumió su estrecha, intensa y fructífera relación con el paisano Carlos Edmundo de Ory en 'La obra sáfica a Carliundo de Edmory'. A través de sus bellas palabras escondía las vivencias compartidas y la admiración que sentía por el creador del Postismo. Éste, junto a José Manuel Caballero Bonald, había recibido al joven chiclanero en la estación de Atocha de Madrid en una mañana del 52 y ambos le acompañaron durante sus primeros días de estancia capitalina en la pensión de la malagueña. Con ellos coincidía en el Gijón, donde el escritor pudo comprobar la buena acogida de la revista que él mismo había impulsado, 'Platero', fuera de Cádiz. Quiñones y Ory, Ory y Quiñones, dos gaditanos ilustres cuyas fundaciones, familiares y seguidores se empeñan en proyectar sus extensas y variadas obras. Y sus figuras. Porque no hay poema, artículo, novela o dramaturgia que no naciera de sus almas más que de sus plumas. A ambos artistas de la palabra se les recorre y devuelve a esta vida cada vez que se recuerda una anécdota, se recitan sus versos, se confiesa una admiración. Ayer, ambos, Quiñones y Ory, volvieron a estar juntos en el homenaje que la fundación del segundo le preparó al autor de 'Las mijitas del freidor' el mismo día en que se cumplían quince años de su fallecimiento. Aunque, como ocurre con el impulsor de los 'Aerolitos', en estos encuentros literarios-humanos no se celebra la muerte, sino la vida del tributado.
El Centro Cultural Reina Sofía, sede de la Fundación Carlos Edmundo de Ory, acogió este acto, presidido por Laura Lacheroy, que estuvo acompañada por Blanca Flores, de la Asociación Amigos de Fernando Quiñones, y la hija del chiclanero, Mariela. Entre las tres contaron los vínculos y experiencias de los dos gaditanos. Mariela Quiñones divirtió a los asistentes con la historia del Congreso de Lengua Castellana de Segovia. Entonces, Fernando, Carlos y Pepe Caballero Bonald acabaron una noche de copas en el velatorio de un señor al que ni conocían a cuya vivienda habían llegado buscando una casa de citas.
Quiñones y el pueblo
Otro escritor amigo, José Ramón Ripoll, leyó el texto de adhesión al homenaje que Felipe Benítez Reyes, ausente por enfermedad, había preparado para el acto. Tanto en este texto como en la propia intervención de Ripoll se analizó el uso del lenguaje popular que tanto empleó Quiñones en sus obras. «Cuando usaba el habla de Cádiz no lo resolvía con cuatro palabras o pintoresquismos, sino que captaba un modo de hablar que se correspondía con un modo de pensar y discurrir», escribió Benítez Reyes. Ripoll relacionó esta identificación del gaditanismo con la que el mismísimo Lorca desempeñó al respecto del habla del pueblo gitano. «En un homenaje que se le hizo en la peña Enrique el Mellizo -que por cierto también impulsó Quiñones- Fernando declaró que lo que escribía no tenía mérito, puesto que trasladaba lo que escuchaba en la calle», explicó Ripoll.
En el transitar por el poliédrico autor, no podía faltar el flamenco, su pasión. Lo trajo, en forma de nana compuesta por él mismo, la cantaora Carmen de la Jara. También se le recordó como padre del festival Alcances, una cita que todavía perdura, «aunque muy probablemente de una manera muy distinta a la que Fernando le hubiera gustado», destacó Jesús Fernández Palacios, que tampoco pudo asistir al acto al encontrarse enfermo. Leyó su texto Javier Vela. En él, Fernández Palacios recordó aquellas madrugadas del Franquismo, «de los años de marejada», que siempre terminaban con Quiñones recitando sonetos, entonando cantiñas y seguiriyas y buscando, o hurtando, un bollo de pan caliente. Por su parte, Vela narró una parte de 'Las 1.000 noches de Hortensia Romero', una de las primeras lecturas del poeta y ahora gestor de proyectos de la Fundación Carlos Edmundo de Ory.
Las palabras de Ana Rodríguez Tenorio, leídas por Carmen Sánchez, de la Asociación de Personas Lectoras, retrotrayó al público a 1998, a unas jornadas celebradas en Diputación que reunió a Quiñones con colegas como Pilar Paz Pasamar -ayer en el homenaje aunque sin intervención-, Josefina Aldecoa, Caballero Bonald, Antonio Gala y Carmen Martín Gaite.
Y más música, la de Paco Luque, que hizo vibrar los sentidos de los asistentes con su 'Juan Cantueso le pide al poeta que escriba una canción', basada en la sempiterna 'Canción del pirata': «Me llamo Juan Cantueso, apodado el bribón. De mi vida y embarques se escriba una canción. La escriba quien la escriba tendrá mi bendición, Quiñones o Fernando, cualquiera de los dos».