El juez José Castro y el fiscal Pedro Horrach llegan juntos a los juzgados de Palma antes de que estallase el 'caso Urdangarin'. :: M. DÍEZ / EFE
ESPAÑA

Una mujer rompe el idilio de Castro y Horrach

El distanciamiento entre los dos examigos se agravó cuando Horrach pidió que Nóos se investigara en Valencia El juez y el fiscal del 'caso Urdangarin' han firmado su 'demanda de divorcio' después de que Anticorrupción sorprendiera al magistrado exigiendo a destiempo la exoneración de la infanta

MADRID. Actualizado: Guardar
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No habrá más cafés ni risas compartidas en las terrazas de la plaza de los Patines de Palma, a escasos metros de los juzgados y a la vista de todos. No habrá más confidencias ni horas planeando 'escapadas' de fin de semana para hacer registros con los que poner contra las cuerdas a los corruptos de las islas. El juez José Castro y el fiscal Pedro Horrach han roto, ahora sí de verdad. Que lo suyo no marchaba como antes era un secreto a voces en Mallorca desde la pasada primavera, pero esta semana su relación cruzó una línea roja sin aparente retorno. La confianza entre ambos se ha esfumado para siempre y una mujer de familia noble, la que todos piensan, tiene la culpa.

La 'demanda de divorcio' la presentó el propio Horrach en persona a última hora de la mañana del jueves pasado. No quería intermediarios en un trámite tan duro. El fiscal se presentó por sorpresa en el despacho del juez en Vía Alemanya, algo más que habitual hace solo unos meses, cuando esas visitas inesperadas terminaban con una redada, con unos gin tonics de Martin Miller's para celebrar una nueva investigación arribada a buen puerto o con animadas conversaciones sobre motos y deportivos de BMW, las pasiones compartidas de los ya 'excónyuges'.

Sin embargo, esta vez era diferente. Horrach, con gesto muy serio, le entregó 27 hojas sin demasiados preámbulos. En esas páginas, repetido hasta la saciedad, estaba el nombre de la 'culpable' de la ruptura, la infanta Cristina. «¿Qué esto, Pedro?», dicen que le preguntó con los ojos como platos Castro a Horrach. El juez no podía creer que su examigo del alma, el 'compañero' con el que nunca había tenido secretos y con el que antaño pactaba con precisión milimétrica cada movimiento procesal, se desmarcara ahora un inopinado informe dirigido a socavar la intención del juez de forzar el paseíllo de la hija del Rey hacia los juzgados para declarar como imputada.

Al juez el informe le pilló con el paso totalmente cambiado. Que Pedro Horrach no iba a bendecir los movimientos para acusar a la duquesa de Palma no era, obviamente, un secreto para 'Pepe' Castro. Sin embargo, el juez no había tirado la toalla e incluso había intentado hasta el último momento salvar lo que quedaba de ese maltrecho 'matrimonio', tratando de convencer a su otrora amigo para que no se opusiera de nuevo a su gran sueño, la citación de la infanta. Al instructor, dicen en los juzgados de Palma, le hubiera bastado el silencio de Horrach para dejar aún encendida la llama, aunque fuera a costa de no mentar nunca el nombre de mujer convertido en tabú en esa relación, Cristina.

Sin marcha atrás

Pero ahora ya no hay marcha atrás. El juez, dicen, se ha tomado casi como una deslealtad el sorpresivo informe exculpatorio de la hija de don Juan Carlos. Y no por el contenido en sí de ese documento, sino por el hecho de que Horrach lo haya hecho sin avisarle, sin esperar a que el instructor pidiera a las partes su opinión sobre citar a la infanta y sin aguardar que lleguen los últimos informes de Hacienda sobre la verdadera relación de Cristina de Borbón con los negocios de su marido.

El documento del fiscal de la semana pasada ha sido la gota que ha colmado el vaso, pero los reproches, como en cualquier relación vienen de atrás. Todo el mundo en Mallorca cree que el principio del fin empezó cuando el pasado 5 de abril el fiscal recurrió la decisión del juez de citar como imputada de Cristina de Borbón por entender que no había «absolutamente ningún indicio nuevo» para llamar a la infanta. Pero eso no es del todo cierto. Es verdad que, por primera vez después de años de un tándem perfecto, los dos no iban de la mano. Pero era, en realidad, una maniobra pactada desde el desacuerdo procesal: Castro citaba, Horrach recurría, Castro suspendía el interrogatorio y un tercero, la Audiencia Provincial, resolvía.

Aquella primera 'crisis matrimonial' pasó factura, pero no fue fatal. Mucho peor fue cuando a principios de septiembre, solo dos días después de vuelta de unas vacaciones que parecían haber apaciguado las aguas, Horrach, sin aviso previo a su todavía colega de andanzas, pidió que el Tribunal Superior de Justicia de la Comunidad Valenciana se quedara con todo el 'caso Urdangarin' si finalmente imputaba a Francisco Camps y a Rita Barberá. Aquella maniobra para Castro fue tanto como una infidelidad con publicidad. Pero el juez, y visto que la sangre no llegó al río porque la justicia valenciana no se llevó el sumario ya que al finalmente no imputó a los mandatarios populares, se mostró entonces dispuesto a perdonar la veleidad de su pareja judicial.

Pero el crédito de Horrach, a ojos de Castro, se agotó tras esta penúltima 'canita al aire'. Y lo del jueves, dicen en Palma, colmó definitivamente la paciencia del juez, quien se siente traicionado. una vez más. El magistrado y el fiscal ese jueves a última hora estuvieron encerrados en el despacho durante casi una hora. Lo que hablaron queda para siempre en la intimidad de la ya 'expareja'. Ahora, aseguran los que vieron las caras de Pedro Horrach y José Castro tras esa tensa reunión, que el papel pidiendo sacar para siempre a Cristina de Borbón del 'caso Nóos' ha supuesto el fin del 'idilio' judicial que ha hecho temblar en los últimos años a los corruptos de Baleares y que hasta ahora había sobrevivido a rumores malintencionados, a cotilleos y a ataques bien orquestados.