Una recién nacida, que se aferra a la vida, coge el dedo del médico que la visita en la incubadora. :: R. C.
Sociedad

La niña milagro

La pequeña nace en un hospital húngaro tres meses después de que los médicos declararan la muerte cerebral de su madre

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Mientras que en las televisiones de medio mundo se habla de muerte y destrucción, en Siria o en Filipinas, llama la atención el caso de la niña nacida en Hungría tres meses después de que los médicos declararan la muerte cerebral de su madre. El milagro clínico tuvo lugar en el Céntro Médico de la Universidad de Debrecen, donde todo el personal se volcó para traer al mundo a una pequeña cuya progenitora habría estado orgullosa de haber podido abrazarla.

Toco comenzó con el ingreso de una mujer embarazada de 15 semanas, que había sufrido un derrame cerebral, según recoge el rotativo húngaro Népszabadság. Con las precauciones pertinentes por el embarazo, los facultativos intervinieron con éxito a la mujer del derrame. Sin embargo, la paciente no llegó a recuperar la conciencia y entró en coma profundo. Días después, el equipo médico optó por declarar la muerte cerebral de la mujer, aunque, con el apoyo de la familia, decidieron tratar de llevar a buen término el embarazo.

En el reto estuvo involucrado el personal de los servicios de anestesia, cuidados intensivos, obstetricia y genética. Para mantener vivo el feto, la madre estuvo conectada a una máquina de ventilación mecánica, mientras que era alimentada por vena. Asimismo, los especialista administraron los oportunos tratamientos hormonales para el desarrollo completo del bebé. Pese a los problemas médicos con los que cada día se desayunaba el equipo encargado del caso, los facultativos y enfermeras comenzaron a tomar cariño al bebé, al que pusieron nombre y al que hablaban mientras trataban el cuerpo de la madre.

Junto a ellos, la abuela y el padre también visitaban el hospital para comunicarse con la pequeña. Incluso la abuela acariciaba el vientre de su hija. De esta manera, el feto siempre escuchaba el sonido de las voces e incluso de la música que ponían en la estancia.

En julio y cumplida la semana 27 de gestación, los médicos optaron por practicar una cesárea para extraer al bebé, una niña que pesó 1,4 kilos. El equipo escuchó con emoción el llanto de la niña, que permaneció en el hospital hasta el pasado mes de octubre, cuando se habrían cumplido las 37 semanas de gestación.

Precedente en Gijón

Pero eso no es todo. En el mismo quirófano, el equipo extrajo cinco órganos sanos de la madre -corazón, hígado, páncreas y los dos riñones- para su posterior trasplante. Con ellos, otras cuatro personas -una de ellas recibió dos órganos- han conseguido sobrevivir a sus graves afecciones.

Este no el primer caso de un bebé que sobrevive en el vientre de su madre muerta. El Hospital de Cabueñes, en Gijón, fue escenario en 2000 del alumbramiento de otro pequeño, mes y medio después de que se declarara la muerte clínica de la madre, de 34 años, embarazada de 21 semanas y media, que sufría una infección generalizada.

De la misma manera, los médicos mantuvieron con vida el cuerpo de la mujer hasta cumplirse la semana 32 del embarazo. Por medio de una cesárea nacía el pequeño. Otro milagro para la medicina.