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La ultraderecha se infiltra en las protestas búlgaras

VARSOVIA. Actualizado: Guardar
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Desde hace más de 150 días, miles de ciudadanos búlgaros cansados de la corrupción, la pobreza, la ineficacia de las instituciones y el incumplimiento de las promesas de los políticos desafían al Gobierno de Plamen Oresharski y piden su dimisión. Las manifestaciones han ido en aumento y hace dos semanas los estudiantes se unieron a la protesta y ocuparon numerosas universidades del país. En ese contexto de enorme crispación social han emergido los grupos de extrema derecha, que se han aprovechado de la situación de la población para desviar el descontento hacia una meta xenófoba y racista. El domingo, con motivo del 24 aniversario de la caída del régimen comunista y el inicio de la transición a la democracia, miles de universitarios marcharon por las calles de Sofía en contra del Ejecutivo y de la clase política, que acoge en su seno a muchos de los antiguos dirigentes comunistas y a sus familiares.

18 de las 51 universidades búlgaras se vieron afectadas por este movimiento reivindicativo, que acusa al Gobierno de estar «ligado a la oligarquía» y pide una reforma profunda de la educación. Si se unen al descontento popular nuevos sectores, como los sindicatos KNSB y Podkrepa, «serán posibles unas elecciones la próxima primavera», advierte el politólogo Andrei Raïtchev.

En medio de la indignación popular, los grupos ultras hacen todo lo posible por sacar partido, sobre todo desde que hace unos días un joven búlgaro fuera agredido en Sofía por un argelino. Este incidente dio pie a que activistas de diverso pelaje salieran a la calle a pedir la «muerte de los extranjeros». Miembros de la extrema derecha, ortodoxos intolerantes, neofascistas y neonazis se han infiltrado en la protesta ciudadana con un objetivo claro: defender las esencias eslavas de Bulgaria.