Una mujer recorre con las manos el cuadro 'San Sebastián curado por las santas mujeres'. :: R. C.
Sociedad

Prohibido no tocar

El Museo Tiflológico de la ONCE expone una reproducción en relieve de una pintura de Ribera que puede ser palpada por los visitantes

MADRID. Actualizado: Guardar
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Tocar las piezas de un museo es un delito de lesa majestad, un sacrilegio que merece la reprobación de inmediato. Una excepción es el Museo Tiflológico de la ONCE, que expone desde ayer en sus salas de Madrid una reproducción del lienzo 'San Sebastián curado por las santas mujeres', de José de Ribera. La peculiaridad de esta obra es que el visitante puede recorrerla con las manos, con fin de que los ciegos puedan hacerse una idea cabal de lo que pintó 'El Españoleto'.

Para que los invidentes imaginen las pinceladas de Ribera, el cuadro representa las figuras en relieve y en diferentes texturas. De esta manera, los aficionados al arte, sean o no invidentes, pueden acariciar el brazo desnudo de san Sebastián, su rostro sufriente, el escorzo que dibuja su cuerpo y los ropajes de las santas Irene y Lucía. Con ayuda de las explicaciones de una audioguía, el interesado escucha una breve referencia sobre el artista y el contenido de la obra.

El cuadro es una donación del Museo de Bellas Artes de Bilbao, que tiene cinco cuadros especialmente concebidos con esta técnica de bajorrelieve. Al director del Museo Tiflológico, Miguel Moreno, le hubiera gustado contar con 'La Anunciación', de El Greco, pero las características técnicas del 'San Sebastián', de Ribera, lo hacían más idóneo para plasmarlo en relieve.

La técnica para conseguir estos cuadros consiste en superponer capas sobre una plancha de aluminio. Los diferentes estratos se van colocando sobre una imagen digitalizada en alta resolución. Conforme se suceden las impresiones, la tinta va adquiriendo consistencia y volumen gracias a un tratamiento químico. Al final de todo el proceso, se colorea el trabajo de la manera más fiel posible con relación al original y listo para ser manoseado. La técnica, llamada Didú, ha sido desarrollada por los Estudios Durero, afincados en Bilbao. A los responsables de esta empresa se les ocurrió inventar este procedimiento cuando el fotógrafo Juan Torres, quien fue perdiendo la vista con el tiempo, les llevó unas imágenes para reproducir.

Cuando se hizo la entrega de las fotos, el director de Estudios Durero, Ander Soriano, se sorprendió de que Torres deslizara las yemas de los dedos por la superficie impresa. Fue entonces cuando pensaron que había que idear algo para que las personas privadas de la vista pudieran gozar del arte. Con todo, el método precisa algunas mejoras. Un material demasiado rugoso al tacto acaba por causar dolor en los dedos. Con estas y otras sugerencias de la ONCE, el cliente por antonomasia de estos trabajos, los estudios van perfeccionando la técnica de impresión.

No todas las pinturas se prestan con la misma facilidad a adquirir volumen. Es difícil, por ejemplo, traducir a siete centímetros de grosor el arte abstracto o las figuras deformadas de un Francis Bacon, como destacó Miguel Moreno.