El BCE baja los tipos a un histórico 0,25% para impulsar la frágil recuperación
La baja inflación sirve a Draghi para justificar una medida que beneficia sobre todo a las economías del sur y sus exportaciones
BRUSELAS. Actualizado: GuardarY el 7 de noviembre de 2013, el Banco Central Europeo (BCE) marcó un nuevo hito bajando el tipo de interés del dinero otro cuarto de punto hasta el 0,25%. Así se escribirá la historia y sólo el tiempo dirá si la decisión sirvió para revitalizar lo suficiente una zona euro ya en fase de crecimiento pero aún demasiado «frágil» y «débil». De momento y pese a tener a Alemania con ceño fruncido por lo arriesgado de la decisión, Mario Draghi, el presidente del BCE, recibió ayer el aplauso unánime de partidos, sindicatos, analistas y del FMI. También de los países con economías más débiles, como España o Italia, porque si esta medida beneficia a alguien es a ellos, a los llamados socios del sur.
Muy pocos esperaban la decisión, al menos ahora. Así lo anunciaban la práctica totalidad de los analistas -hay riesgos, pero no se espera una bajada de tipos. Quizá en diciembre...»- incluso minutos antes de las 13.47 horas, cuando el BCE lanzaba un 'flash' en el que informaba de la bajada histórica del 0,5% al 0,25%. 'Super Mario' hacía gala de su apelativo, daba un puñetazo encima de la mesa y pillaba en fuera de juego a unos mercados que en principio reaccionaron con fuertes subidas en las bolsas -luego volvieron las caídas-, bajadas en las primas de riesgo de los periféricos y el desplome del euro frente al dólar.
Quizá las bases de la decisión de ayer haya que buscarlas el 26 de julio de 2012, cuando Draghi, en plena tormenta financiera, pronunció las 'palabras mágicas' que posiblemente salvaron la moneda única: «El BCE hará todo lo que sea necesario para mantener el euro y créanme, esto será suficiente». Y ayer siguió haciéndolo. El BCE, paradigma del conservadurismo a ultranza, situó el precio del dinero al nivel fijado por la Reserva Federal para el dólar y un cuarto de punto por debajo del que asigna el Banco de Inglaterra para la libra.
Draghi por fin tenía el argumento para poder convencer a Berlín y actuar en los mercados dentro de las rígidas limitaciones que sus estatutos le imponen. La zona euro cerró octubre con una inflación de apenas el 0,7%, niveles que no se conocían desde 2009 y muy lejos del 2% fijado como meta por el BCE. Vaticinó un periodo largo de baja inflación, aunque aclaró que «no hay riesgo de deflación si ésta se conoce como una bajada de precios en distintos sectores y en varios países».
Todavía hay «artillería»
La decisión, confesó el banquero italiano, se adoptó por consenso pero «no por unanimidad» del Consejo de Gobierno. Sí la había en que era necesario actuar, pero las dudas parecían estar en el cuándo y no tanto en el cómo. De lo que sí se felicitó Draghi fue de que el abaratamiento del dinero «ayudará a empresas y hogares» para afrontar la salida de la crisis en una Eurozona que sigue aún «frágil» y «débil».
También servirá, y mucho, para que las economías más deprimidas y que han basado su patrón de crecimiento en las exportaciones a través de depreciaciones internas, continúen la senda marcada y tan elogiada por Bruselas. España es el mejor ejemplo de esta estrategia y sin duda, unos de los grandes beneficiados por esta histórica decisión.
Su intervención estuvo salpicada con varios mensajes de fondo. «Yo ya he hecho mi parte, ahora os toca a vosotros», vino a decir a los Gobiernos con más déficit y los índices de paro más desbocados. «Hay que seguir con las reformas y los ajustes en el sector público para reducir el déficit. El paro parece que se ha estabilizado pero en una cotas demasiados elevadas», remarcó.
El otro gran anuncio de la jornada fue la extensión durante un año mas, hasta julio de 2015, de la barra libre para los bancos a través de sus distintos mecanismos como los repos a las LTRO a tres meses. El objetivo es intentar que el crédito llegue a las empresas y a las familias. La situación parece haber mejorado «algo» pero el BCE continúa sin abrir el grifo del crédito privado como tampoco acaba con la fragmentación del mercado, es decir, que una empresa española tenga que pagar más interés que una alemana sólo por su origen.
El BCE ayer hizo historia pero podría seguir haciéndola. «Aún hay artillería preparada. Los tipos seguirán en los niveles actuales o más bajos durante un periodo prolongado de tiempo», deslizó Draghi.