Personas y vehículos se amontonan junto al cordón policial. :: AFP
MUNDO

Bombas caseras contra una sede del Partido Comunista en China

La explosión de varios artefactos en la provincia de Shanxi causa la muerte a una persona y deja ocho heridos

PEKÍN. Actualizado: Guardar
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Una semana después del ataque suicida en Tiananmen, varias explosiones sacudieron ayer la sede del Partido Comunista en Taiyuan, capital de la provincia china de Shanxi. Según la agencia estatal de noticias Xinhua, una persona murió y ocho resultaron heridas en este nuevo atentado, en vísperas del trascendental Tercer Pleno del Comité Central del Partido que comienza este sábado y tiene como objetivo aprobar importantes reformas económicas. La Policía explicó que pequeños artefactos explosivos de fabricación casera estaban colocados ante la Comisión Provincial del Partido en unas cajas con bolas de metal para aumentar la onda expansiva.

Tal y como informó la televisión pública CCTV, las explosiones causaron daños en 20 coches aparcados a cien metros y varios camiones de bomberos y coches de Policía cortaron las calles para apagar el fuego e investigar el suceso. Por la red social Weibo, la copia en China del censurado Twitter, ya circulan fotografías de las bolas de metal que salieron volando en todas direcciones con la detonación y de su impacto en las ventanas y ruedas de los vehículos. La televisión aseguró también que en el atentado, no reivindicado, participaron ocho «terroristas» que llevaban cuchillos tibetanos y 400 litros de gasolina.

Según el jefe del aparato de seguridad chino, Meng Jianzhu, el ataque tuvo el apoyo de un grupo separatista, el Movimiento Islámico del Turkestán Oriental. Las autoridades no han ofrecido ninguna prueba para apoyar esta afirmación, que suscitó muchas dudas entre los expertos dado el carácter «casero» del ataque y la inexistencia de un bastión islamista en China. Para las organizaciones uigures, estas afirmaciones son meros pretextos para justificar más represión en la región.

Este es el segundo incidente grave tras el ataque suicida de la semana pasada en pleno centro de Pekín, cuando un jeep embistió a la multitud de turistas que se congregaba en la puerta sur de la Ciudad Prohibida, justo bajo el retrato de Mao que preside la plaza de Tiananmen. Murieron su conductor, identificado como Usmen Hasan, y los dos pasajeros, que eran su esposa y su madre, todos de etnia uigur y procedentes de la remota región musulmana de Xinjiang. Además, fallecieron una turista filipina y un hombre de la provincia de Cantón, mientras que unas 40 personas resultaron heridas, dos de ellas de gravedad.

Tanto en el ataque de Tiananmen como en el de las bombas caseras de Taiyuan surge la misma duda: ¿son atentados terroristas organizados o acciones individuales desesperadas para protestar contra el régimen chino? En junio, 47 personas fallecieron en Xiamen en el incendio provocado de un autobús y, en julio, un hombre en silla de ruedas detonó un pequeño artefacto en el aeropuerto de Pekín.