Participantes en la convención de Shanghái a la búsqueda de pareja. :: CARLOS BARRÍA / REUTERS
Sociedad

Mercadeo nupcial en China

Padres de Shanghái acuden a una convención para buscar el novio perfecto para sus pequeños y garantizar así la descendencia

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Liu Jianle esboza una sonrisa mientras observa con atención una hoja de papel. Lápiz en mano, anota los detalles que, con impecable caligrafía, dibujan el perfil de un hombre que, entre miles de pliegos, ha captado su atención. Treinta y tres años, 1,70 metros de altura, 63 kilos y medio, dueño de una propiedad, divorciado y sin hijos. La única pega: su salario. Los 800 dólares que ingresa cada mes parecen insuficientes para vivir desahogadamente en Shanghái. Pero no importa: la sobrina de Liu tiene un buen trabajo.

Es una escena repetida diariamente en esta suerte de 'mercadillo' marital en el que, cada fin de semana, se agolpan decenas de madres, padres o, como es el caso, tíos interesados en poner fin a la soltería de sus vástagos, tan incómoda y malmirada en la conservadora sociedad china. El 'matchmaking' constituye una de las tradiciones más arraigadas en los últimos años y pervive, pese al apogeo de las redes sociales, como la forma elegida por buena parte de las familias que residen en las grandes urbes.

Liu es un veterano del 'matchmaking'. Aquí encontró a la que es su esposa desde hace algo más de un año. «Mide 1,69 metros de altura y es tan bella como una estrella de cine», afirma con orgullo. «Estaba ansioso por conocerla desde que la vi en los paneles». Las últimas generaciones, nacidas en una China inmersa en la histeria capitalista, tienen que complementar una dedicación intensiva a la formación y el progreso profesional con la formación de una familia que garantice la continuidad de la estirpe.

Ante las dificultades para compaginar el éxito laboral y conyugal, Shanghái acoge desde 2004 la 'Convención del Amor y el Matrimonio', donde cada año buscan a su media naranja más de 18.000 jóvenes. Su impulsor, Li Song, que además dirige un destacado portal de citas por internet, justifica el evento: «Muchos de los niños nacidos después de 1980 no tienen hermanos, por lo que no aprenden a relacionarse con el sexo opuesto».

Los organizadores de este insólito 'rastro del amor' salvan las particularidades sociológicas de la ciudad más grande de China a través de un marco normativo peculiar. Ellos pueden participar gratuitamente con el único requisito de haber nacido a partir de 1970. Para ellas hay más restricciones. Además de la cuota de 500 dólares que exige su inscripción, no pueden superar los 33 años de edad. La razón estriba en que, pese a que en el grueso del país la población masculina triplica la femenina, las féminas solteras de Shanghái son multitud. La mayoría ronda los 27 años, tiene estudios superiores y «un alto grado de exigencia», afirma Li. La mayoría de los varones se concentra en áreas rurales y huye de este tipo de encuentros sociales. El 'mercado del amor' también acoge a los expatriados chinos. La distancia no supone un problema cuando se trata de perpetuar el apellido familiar.