Claude Verlon y Ghislaine Dupont, los reporteros muertos el sábado en la región de Kidal. :: EFE
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Tiroteados a sangre fría

Las autoridades de París atribuyen a terroristas no identificados el asesinato de los dos periodistas franceses en el norte de Malí

PARÍS. Actualizado: Guardar
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Los dos periodistas franceses asesinados el sábado en el norte de Malí fueron tiroteados a sangre fría. Claude Verlon, de 58 años, recibió dos balas. El cadáver de Ghislaine Dupont, de 51, presentaba tres proyectiles. Los asesinos de los reporteros de Radio Francia Internacional (RFI) son «a quienes nosotros combatimos, es decir, los grupos terroristas que rechazan la democracia y las elecciones», declaró ayer el ministro de Asuntos Exteriores, Laurent Fabius, al término de una reunión de crisis en el Elíseo con el presidente François Hollande.

La Fiscalía de París ha abierto una investigación por secuestro y asesinato relacionados con una actividad terrorista. El caso ha sido puesto en manos de la Dirección Central de la Información Interior (DCRI, servicios secretos) y de la Subdirección Antiterrorista (SDAT) de la Policía Judicial. «Se han dado instrucciones para que se ponga todo para encontrar a los asesinos», dijo Fabius, quien anunció un refuerzo de la seguridad en el norte de Malí.

Profesionales curtidos y conocedores de la realidad africana, Dupont y Verlon fueron secuestrados a la puerta del domicilio en Kidal de Ambéry Ag Rhissa, portavoz de la rebelión tuareg, al que acababan de entrevistar. Según su testimonio, los agresores hablaban tamachek, la lengua de los tuareg. El chófer de los periodistas contó que «todo pasó en cinco minutos». «Un hombre me encañonó y me obligó a tumbarme en el suelo. Ghislaine les dijo que si querían dinero se lo daría. Pero ataron a los dos y se los llevaron», relató en la radio RTL.

Los cadáveres fueron localizados menos de dos horas después a una docena de kilómetros. Yacían a 80 metros del Toyota 4x4 de los secuestradores, cerrado con llave y sin ningún impacto de bala en la carrocería. Las tropas francesas que descubrieron el escenario del crimen nunca establecieron contacto, ni siquiera visual, con los asesinos.

Los observadores no creen en la pista tuareg. A más de 1.500 kilómetros al nordeste de Bamako, Kidal es el feudo de los hombres azules. Pero el independentista MNLA negocia con el poder central la pacificación de la región y no tendría nada que ganar con un atentado que se apresuró a condenar.

Otros analistas relacionaron el doble crimen con la liberación cuatro días antes de cuatro rehenes franceses secuestrados durante más de tres años en la región por Al-Qaida en el Magreb Islámico (AQMI). «¿El reparto de los rescates pagados ha sido equitativo?», se preguntó el etnólogo André Bourgeot. «No es imposible que algunos en el seno de AQMI se hayan sentido timados», apuntó este especialista de los movimientos tuaregs.

En una conversación telefónica mantenida por Hollande con su homólogo maliense Ibrahim Boubacar Keita, los dos jefes de Estado reiteraron la voluntad de «persiguir sin desmayo la lucha contra los grupos terroristas que siguen presentes en el norte de Malí». «Los asesinatos odiosos cometidos en Kidal no pueden más que reforzar la determinación de los dos estados de proseguir y ganar este combate común contra el terrorismo», glosó un comunicado del Elíseo.