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La Policía sospechó de los padres de Asunta cuando se negaron a reconocer el cadáver
Los agentes se sorprendieron por la frialdad con la que los progenitores asumieron la noticia de que la menor había muerto
SANTIAGO DE COMPOSTELA. Actualizado: GuardarRosario Porto y Alfonso Basterra, los padres de la pequeña Asunta, que apareció muerta en una pista del municipio de Teo en la madrugada del 22 de septiembre, se convirtieron en «los principales sospechosos» del presunto asesinato al no querer acudir al lugar donde fue hallado el cadáver de su hija para identificarlo.
El Correo Gallego cita a fuentes cercanas al caso para informar de que los agentes se desplazaron al domicilio familiar a comunicar a los padres el hallazgo del cadáver, pero al parecer ambos «rechazaron» acudir al lugar en el que fue localizado el cuerpo sin vida de la niña.
Debido a esa actitud los agentes situaron a los progenitores de la menor como principales sospechosos. A ello se suma la frialdad con la que asumieron la noticia.
La acusación que pesa sobre Rosario Porto y su expareja y padre de la víctima, Alfonso Basterra, se ha elevado de homicidio a asesinato y en el endurecimiento de la calificación han pesado las pruebas forenses al revelar que Asunta era sedada con Lorazepam, un ansiolítico cuyo registro más alto corresponde al día 21, jornada en la que murió la pequeña. Ambos están encarcelados en el penal coruñés de Teixeiro desde el 27 de septiembre.
Mientras tanto, Rosario Porto ha denunciado a través de una carta enviada a Telecinco que en la investigación e instrucción del crimen por el que se encuentra encarcelada se han cometido «múltiples irregularidades».
Según explica la madre de la niña, las causas del fallecimiento de Asunta no son de «interés» para nadie más que, «por desgracia», para los «directamente afectados».
Porto, abogada de profesión, también lamenta que la presunción de inocencia esté «tan poco presente en la deontología periodística» y añade que lo que le preocupa es demostrar esta condición donde corresponde, ya que «mi inocencia solo debe ser contrastada y ratificada en sede judicial».
Se declara una persona «discretísima» y «muy celosa» de su «privacidad» y añade que por si «el dolor de esta terrible pérdida no fuese suficiente» imaginen «cómo me siento al ver mi intimidad profundamente violada».
En la misiva, Porto habla de la muerte de su hija, nunca de que haya sido asesinada.