Familiares y amigos asisten al funeral de cinco de los mineros fallecidos en León. :: ÓSCAR CHAMORRO
ESPAÑA

«Que Dios perdone a los responsables, pero este accidente pudo evitarse»

Abucheos y desprecio a los políticos en el funeral por los seis mineros fallecidos en el pozo Emilio del Valle

SANTA LUCÍA DE GORDÓN (LEÓN). Actualizado: Guardar
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«Que Dios perdone a los responsables, pero este accidente se podía haber evitado». Las palabras de un familiar de los mineros fallecidos el pasado lunes en el Pozo Emilio del Valle, en la pedanía leonesa de Llombera, resumió el dolor y la rabia que acompañó a los cientos de asistentes al funeral celebrado ayer por cinco de los seis trabajadores. La consternación solo dejó espacio a la rabia dirigida contra los políticos que pretendían asistir a los funerales y se tuvieron que quedar fuera del recinto por expresa petición de las familias de las víctimas.

El polideportivo de Santa Lucía de Gordón, a escasos kilómetros de la funesta mina de la Hullera Vasco-Leonesa, fue un mar de lágrimas, gritos desgarradores y recuerdos en memoria de Roberto, Carlos, Orlando, Manuel, Antonio y José Luis, a los que el letal grisú segó el aliento en el peor accidente minero en 18 años. Cientos de compañeros de las cuencas mineras asturleonesas, familiares, amigos y vecinos de la comarca de Gordón despidieron a los fallecidos, que fueron enterrados ayer en sus pueblos leoneses de origen salvo José Luis Arias, el asturiano de Pola de Lena, el hombre que llevaba en su casco el lema «nacido para 'currar'», que recibió sepultura anteayer en su localidad natal.

El funeral fue oficiado por el obispo de León, Julián López, que subrayó en la homilía el «tremendo accidente» que ha acabado con la vida de seis personas, «brutalmente» arrebatadas a sus seres queridos. «Esto es -dijo- una valle de lágrimas, de dolor, de consternación. Es difícil explicar estas muertes inesperadas». Mientras pronunciaba estas palabras, algunas madres y hermanos de los fallecidos tuvieron que ser atendidos por psicólogos y personal de la Cruz Roja.

Y es que las imágenes fueron muy duras. Los cinco féretros colocados en el centro del pabellón y decenas de familiares sentados detrás, desconsolados, cabizbajos. En las esquinas, una treintena de mineros del pozo Emilio que portaron los ataúdes 48 horas después de haber sacado en cadena humana a sus compañeros de la planta séptima de la explotación. En la grada central y los laterales, el resto de asistentes, algunos con camisetas en apoyo del carbón. «Mi sangre es negra, mi herencia minera», rezaba una.

Nadie del Gobierno

Varios centenares más se quedaron fuera del pabellón, en el que no cabía un alfiler. Hasta allí también llegó el sonido de la misa y hasta allí se trasladó la indignación contra los políticos asistentes al funeral. Los dardos cayeron sobre todo en el presidente de la Junta de Castilla y León, Juan Vicente Herrera, y en el delegado del Gobierno en la comunidad, Ramiro Ruiz Medrano, la principal autoridad gubernamental en Santa Lucía ante la ausencia de miembros del Ejecutivo, como el ministro de Industria José Manuel Soria, 'persona non grata' para los mineros.

«Estamos acompañando a las familias, a la comarca, en un momento con mucho dolor. Vamos a respetar a todo el mundo», dijo Herrera, cariacontecido ante los duros reproches de los presentes. «¡Solo venís a haceros la foto, cabrones! ¡Esto pasa por vuestros recortes!», recriminaron los vecinos a los gobernantes. También estaban en el funeral el secretario de Organización del PSOE, Óscar López, y el diputado de IU Gaspar Llamazares, entre otros.

Al concluir la misa tomaron la palabra dos familiares. El de Antonio Blanco dejó una pregunta en el aire sobre el siniestro: «¿Por qué? Queremos saber qué ocurrió». Otro familiar, este de Roberto Álvarez, tiró con bala al director de pozo Emilio. «Al director de la empresa, que dijo a algunos mineros que no tenían cojones a meterse en algún sitio, ¡que vea que sí tienen cojones, que son muy valientes, más que él, que no lo queremos en la zona!», clamó.

Al finalizar los asistentes entonaron el 'Santa Bárbara bendita', el himno de los mineros, para despedir a los féretros.