El método Pérez-Reverte
Actualizado: GuardarEl 15 de enero de finales de los noventa asistí a una conferencia de Arturo Pérez-Reverte en el Aula Magna de la Facultad de Filosofía y Letras de Cádiz. No recuerdo una sola palabra de lo que dijo allí pero sí que la sala estaba abarrotada. Al terminar, me acerqué al conferenciante con May. «Don Arturo, -le dije- ¿puede dedicarme el libro y felicitar a mi hermana, que hoy es su cumpleaños?» El escritor me dijo que por supuesto. Faltaría más. Cogió el libro de 'El maestro de esgrima' -ese mismo volumen comprado en Ferrol que robaron de una taquilla de la base de Moncloa a mi hermano Pablo- y pintó unas palabras en él con letra de médico, sobre su firma. Después, le regalé la encuadernación anillada de una joven novela que había escrito yo, cuyos capítulos eran relatos independientes de media extensión conectados entre sí, y de la que él mismo era protagonista. Arturo -el personaje- era una persona valiente, sin miedo a dar su opinión, más dispuesto a pedir disculpas que permiso. Como Arturo -el escritor- sigue siéndolo ahora, según le leo en twitter y le veo en 'Salvados', con Jordi Évole.
El 30 de mayo de 2012 publiqué en estas mismas páginas mi opinión sobre el consejero de Justicia de la Junta, Emilio de Llera ('La Diosa Alaya'). El intríngulis de este señor le viene de ser Fiscal: está acostumbrado a entrar y salir a la sala de vistas por la misma puerta que el juez e informar lo que le viene en gana. De ahí se explica que haya dicho a boca llena -y para solaz de los populares- que «la búsqueda de Marta del Castillo vale muchísimo dinero y es una tontería que se despilfarre» o que «los abogados del Turno de Oficio son jóvenes que empiezan y el Turno les sirve para pagar la luz del despacho». No se puede torear un mihura con capote de vaquilla, Don Emilio. Estoy convencido de que Llera se precia -en el catalán de su intimidad- de no tener pelos en la lengua. Desde su cargazo político sigue acusando procesados y oponiéndose a su defensa una y otra vez. Que el juez diga luego lo que quiera, que para eso cobra.
No creo que Susana Díaz tenga su Wert en Emilio de Llera, expuesto cual jarrón Ming en su vitrina de la Consejería de Justicia, para que diga lo políticamente incorrecto. Pienso, más bien, que el Fiscal no acaba de cogerle el truqui al método Pérez-Reverte. Ni al libro de estilo del político de medio pelo. Por eso, su legado como consejero acabará merecidamente atesorado en el mismo lugar que la novelita que impúdicamente regalé a Pérez-Reverte: en una asquerosa papelera.