La pérdida del olfato es uno de los primeros síntomas del párkinson
Una investigación de la Facultad de Medicina de Ciudad Real arroja nueva luz sobre las posibles vías de progresión de esta enfermedad crónica
TOLEDO. Actualizado: GuardarLa falta de olfato es uno de los primeros síntomas no motores de la enfermedad de Parkinson. Así lo revela una investigación realizada con ratones del grupo de Neuroplasticidad y Neurodegeneración de la Facultad de Medicina de Ciudad Real que se ha publicado en la revista científica internacional 'Brain, Structure and Function'. Según este estudio, los déficits de olfato son los primeros síntomas no motores de esta patología que, tradicionalmente, se ha asociado a otro tipo de señales como rigidez, lentitud en el movimiento, temblor en reposo o inestabilidad postural. Sin embargo, cuando estas últimas aparecen y la enfermedad se hace evidente, se calcula que el 80% de las neuronas encargadas de coordinar el movimiento ha muerto y, por lo tanto, resulta complicado combatir su desarrollo.
La investigación arroja luz sobre las posibles vías de progresión de esta enfermedad crónica y neurodegenerativa, pues ofrece pistas acerca de las zonas afectadas en las fases tempranas de la patología. Así, se han estudiado las vías nerviosas de propagación del párkinson desde los sistemas olfativo y vagal hasta la sustancia negra del cerebro, lugar donde comienzan los trastornos motores, que son los más característicos de esta enfermedad.
Igualmente, estos científicos relacionan ambas vías con la expresión de los agregados proteicos en las diferentes estructuras del sistema olfativo, que podrían saltar de una neurona a otra expandiendo lentamente la enfermedad.
Pese a ser considerada hasta hace unas décadas como una alteración motora, en la actualidad se han detectado otros trastornos no motores asociados a la enfermedad. Entre ellos se encuentran los déficits olfativos. En este punto, los investigadores se refieren en su estudio a los cuerpos y neuritas de Lewy, que están presentes en el bulbo olfativo y en el núcleo olfativo anterior del cerebro.
Por tanto, concluyen los científicos, la investigación en las primeras etapas del párkinson es esencial para comprender la etiología de esta enfermedad y mejorar el tratamiento. En este trabajo, los investigadores apuntan dos caminos de propagación de la dolencia. Por un lado, la vía olfativa, que seguiría el sentido de las conexiones nerviosas desde el epitelio olfativo de la nariz hasta la sustancia negra del cerebro y, por otra, la vía retrógrada, en sentido contrario a las conexiones nerviosas, desde el intestino hasta la sustancia negra del cerebro.
Los autores de este trabajo, los profesores Isabel Úbeda, Carlos de la Rosa, Daniel Saiz y Alicia Flores, sostienen que su investigación aporta datos que podrán ayudar a vislumbrar la causa del párkinson, de la que nada se sabe, y su mecanismo de progresión, del que poco se conoce.
Experimento con monos
De lo que sí hay constancia, aunque estadística, es que el 95% de los casos diagnosticados tiene un origen desconocido, mientras que el 5% restante presenta causas genéticas conocidas. Datos que demuestran que aún queda un largo camino por recorrer en la investigación de esta enfermedad.
Por otra parte, un grupo de investigadores japoneses, entre los que se figura el Nobel de Medicina Shinya Yamanaka, ha demostrado que la terapia con células iPS o reprogramadas no genera rechazo inmunológico en los animales con los que se ha experimentado, cuatro monos Cynomolgus. De prosperar las investigaciones, se estaría más cerca la posibilidad de emplear estas células en seres humanos con enfermedad de Parkinson, lo que constituye una perspectiva prometedora.
El paso dado se antoja de gran importancia, ya que hasta ahora solo se había se había ensayado esta terapia en ratones, especie que no es el referente habitual para investigar el párkinson. Por añadidura, los resultados cosechados en roedores inducen a error. Por ello, era preciso llevar a cabo los mismos experimentos con monos con el fin de comprobar la seguridad de la técnica. Los datos, publicados en la revista 'Stem Cell', alientan la esperanza para alumbrar algún día una terapia eficaz contra la enfermedad, que se define como crónica, progresiva y neurodegenerativa.