«Me piden que perdone, pero ni perdono, ni olvido»
Siete afectados por las acciones de ETA, dos de ellos supervivientes de un atentado de Inés del Río, estremecen a los asistentes al acto
MADRID. Actualizado: GuardarMás allá de las cuitas políticas, los protagonistas del acto de Colón fueron las víctimas y los familiares de asesinados por ETA. Siete de ellos se subieron al escenario y dieron testimonio de cómo se sienten tras la sentencia del Tribunal de Europeo de Derechos Humanos que tumba la doctrina Parot y, como consecuencia directa de este hecho, puede propiciar la salida de 55 condenados por delitos terroristas, 44 de ellos con delitos de sangre.
Uno de los momentos más duros fue cuando una mujer habló en nombre de José María Pino, que sufrió minutos antes de intervenir un ataque de ansiedad. Cuando Pino tenía 14 años Henri Parot «atentó contra la casa cuartel de Zaragoza y mató a su padre, a su madre y su hermana de siete años, y ahora tiene que ver como los asesinos salen a la calle y no se puede perdonar», indicó. Ana Díaz, por su parte, contó como ETA mató a su hermano policía en 1991. «Fue el terrorista Urrusolo Sistiaga y ahora tengo que ver cómo ese asesino disfruta de permisos de la Audiencia Nacional». Calificó de terrible ver que alguien que destrozó su vida y la de toda su familia está en la calle.
Vivas a la Guardia Civil
«Soy Enrique González -espetó-, soy sargento de la Guardia civil, y la terrorista Inés del Río intentó matarme cuando yo tenía 20 años y ahora veo que le han puesto en la calle para defender sus derechos humanos. Y yo me pregunto, ¿dónde están mis derechos humanos?». La intervención de González fue una de las más aplaudidas, junto a las de los también guardias civiles Alfonso Sánchez y Jesús Oltra, supervivientes del atentado que le costó la vida a 12 personas y por el que Inés del Río fue condenada a 3.828 años de prisión.
Igualmente dura fue la narración de Maite Araluce. «ETA asesinó a mi padre cuando sólo tenía 15 años; mi padre no pudo llevarme al altar y mis hijos no conocen a su abuelo, por eso ahora al ver a los asesinos sonrientes reclamo Justicia». Ángeles Casasola, hija, hermana y cuñada de policía, explicó que tuvo que dejar de ir al colegio en 1991 cuando ETA asesinó a su padre.
«Ni olvido, ni perdono», aseguró Beatriz Sánchez. Explicó que el 11 de diciembre de 1987 intentaron matarla en la casa cuartel donde vivía.
Antes de los discursos, la presidenta de la Fundación Víctimas del Terrorismo, María del Mar Blanco, hizo un llamamiento a recuperar el denominado 'espiritu de Ermua', que surgió tras el asesinado de su hermano, el concejal del PP Miguel Ángel Blanco, para lograr una nueva unidad de todas las fuerzas democráticas en la lucha antiterrorismo.