MUNDO

El precio de las patatas predice el futuro

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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En los años 60, la Agencia de Seguridad Nacional (NSA) estadounidense logró interceptar con éxito los primeros teléfonos móviles que usaban los líderes soviéticos en sus limusinas Zil mientras se desplazaban por Moscú. Hoy, ese mismo organismo recolecta en un mes 97.000 millones de datos. Según un análisis que hizo el diario británico 'The Guardian' con los documentos facilitados por Edward Snowden, 12.700 proceden de Jordania, el mejor aliado de EE UU en el mundo árabe.

Si Washington quiere seguir ampliando sus tentáculos, el mundo está dispuesto a proporcionarle toda la información que necesite. Según IBM, cada día se generan 2,5 quintillones de bytes de nuevos datos. La compañía estima que el 90% de la información que existe ahora en el mundo se ha creado en los últimos dos años. Y según la Corporación Internacional de Datos, esa cantidad se duplicará cada dos años de aquí a 2020.

Las pruebas que EE UU ha estado realizando en Afganistán durante la última década revelan que cuanta más información haya en el sistema, más certeros son los análisis. En aquel país las fuentes de Inteligencia recogían hasta el precio de las patatas, porque su subida servía para adelantar revueltas y, literalmente, «predecir el futuro», se preciaban algunos funcionarios. En Occidente, relacionando la información que proporciona un conductor al pagar con su tarjeta de crédito cada vez que usa una autopista, los oficiales de Inteligencia creen poder saber más de la conducta de alguien que a través de cualquier cosa que diga por teléfono. Lo que no quiere decir que desprecien las llamadas.

Barack Obama se esfuerza en remarcar que EE UU no escucha las llamadas, solo recoge la metadata, las coordenadas informáticas. Pero, según la revista 'Nature', con apenas cuatro puntos de metadata sobre la hora y la situación de una comunicación de móvil es posible identificar al que llama en un 95% de las ocasiones.

Para almacenar todo ese universo de información, al que a menudo se accede a posteriori, no han bastado las muchas centrales de datos instaladas a lo largo de todo el país. Ha hecho falta también convencer a compañías como la telefónica Verizon para que lleve un cable de fibra óptica hasta la base militar de Quantico, en Virginia. O a AT&T para que instale una puerta trasera en sus servidores de San Francisco, de modo que el Gobierno acceda directamente al servidor que redirige millones de llamadas internacionales.