Bo Xilai escucha la sentencia. :: REUTERS
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La Justicia china confirma la cadena perpetua para el exlíder comunista Bo Xilai

LAIZA (BIRMANIA). Actualizado: Guardar
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Se acabó el culebrón de Bo Xilai. Tal y como se esperaba, el Tribunal Superior de Shandong rechazó ayer el recurso que había presentado el exsecretario general del Partido Comunista chino en la ciudad de Chongqing. «Se ha verificado el proceso llevado a cabo por el tribunal de primera instancia y hemos decidido que las razones presentadas para apelar la sentencia -once en total, incluidas coacciones físicas para confesar- no tienen base jurídica y no se sostienen», explicó en la rueda de prensa posterior a la vista el portavoz de la sala, Hou Jiajun.

Se ratifica así el veredicto dictado el mes pasado por el Tribunal Provincial de Jilin, que condenó a Bo a pasar el resto de sus días en la cárcel por aceptar sobornos -2,5 millones de euros-, apropiación indebida -600.000 euros-, y abuso de poder -trató de encubrir el asesinato del empresario británico Neil Heywood a manos de su esposa, Gu Kailai-. En esta ocasión, a diferencia de lo que sucedió en los cinco días de agosto que duró el primer juicio, no se han hecho públicas las trascripciones del proceso ni se ha dado cuenta del mismo a través de la cuenta oficial del tribunal en Weibo, el Twitter chino. De hecho, a pesar de que la de ayer fue denominada una 'vista pública', tan sólo unas pocas personas pudieron acceder a la sala.

Pero como suele ser habitual la cadena de televisión estatal CCTV sí que emitió unas imágenes de Bo Xilai en el momento en el que escuchaba la decisión inapelable de los jueces. Y, curiosamente, a pesar de la severidad de la situación, al exdirigente comunista se le veía con una leve sonrisa, como si estuviese aguantándose la risa. Eso hizo que muchos se preguntaran qué es lo que realmente hay detrás del 'juicio del siglo' en China. «Seguro que ha cerrado algún un pacto, y con lo bien que se vive en la prisión de Qincheng -en la que será encerrado, al norte de Pekín- no me extraña que sonría», ironizaba un internauta en un comentario que fue borrado poco después.

Dar carpetazo al asunto político más peliagudo que ha vivido el país desde la matanza de Tiananmen permite a la nueva cúpula del poder imponer su hoja de ruta en las reformas económicas que se avecinan, y que ejemplifica a la perfección la recién instaurada Zona de Libre Comercio de Shanghái, un espacio en el que se experimentará con el modelo de la próxima década del gigante asiático: liberalización de sectores como la banca o los seguros, internacionalización de la divisa nacional, e igualdad de condiciones para empresas locales y foráneas. Acometer estos cambios con el Partido Comunista dividido y enfrentado se antojaba demasiado complicado, pero con Bo entre rejas todo resultará más sencillo. Ya está claro quién manda en China.