Rajoy aún confía en que Artur Mas dé marcha atrás en el pulso soberanista
Evita verse con el presidente catalán en la visita que realizará el miércoles a Barcelona
MADRID. Actualizado: GuardarMariano Rajoy todavía confía en que Artur Mas dé marcha atrás en su ofensiva independentista. Cree que las razones jurídicas y políticas acabarán por convencer al presidente de la Generalitat de que se ha adentrado en un callejón sin salida. El presidente del Gobierno, por si acaso, no se plantea hacer ninguna concesión a las demandas soberanistas y para que sus intenciones queden claras no se reunirá con el presidente catalán en su viaje a Barcelona de este miércoles para asistir a una reunión de países mediterráneos.
Rajoy no va a moverse un milímetro de su oferta de diálogo, pero sin cesiones. Una postura que las fuerzas soberanistas de Cataluña traducen en que el Gobierno central no entiende lo que pasa o en que no da la importancia que tiene a la ola independentista. Algo que también piensan desde posiciones más moderadas Unió Democrática o los mismos socialistas. Pero el presidente del Gobierno sigue firme en sus trece y lo expresó de forma gráfica durante su reciente viaje a Japón, cuando dijo que «la única salida para Artur Mas es que rectifique».
El jefe del Ejecutivo además no esconde que su malestar con Mas va en aumento y que las palabras comprensivas hacia su situación son cosa del pasado. De hecho, no piensa verse con él este miércoles en Barcelona, donde participará en una reunión de países ribereños del Mediterráneo. «Francamente no me he ocupado» de concertar una cita con el presidente de la Generalitat, comentó ayer tras el cierre de la Cumbre Iberoamericana de Panamá
La Moncloa considera que tiene el mango de la sartén jurídica y política si Mas persiste en su idea de celebrar una consulta soberanista. En caso de que CiU y Esquerra lleven al Congreso la petición de autorización del referendo, PP y PSOE la rechazarán con su aplastante mayoría; si el Parlamento de Cataluña aprueba una ley de consultas la impugnará ante el Constitucional, lo mismo que si convoca el referéndum sin respaldo legal.
El Gobierno catalán solo tiene una baza un su mano, la convocatoria anticipada de elecciones a las que daría un carácter plebiscitario. El Ejecutivo de Rajoy no podría impedirlas, pero si en esos comicios resultase ganador el frente soberanista y el Parlamento de Cataluña aprueba una declaración de independencia, el Estado cuenta con resortes legales, como la apelación al artículo 155 de la Constitución y suspender la autonomía de Cataluña. Un escenario «imposible», según el portavoz del Gobierno catalán, Francesc Homs, pero que está sobre la mesa del presidente del Gobierno si la situación llega a terrenos límite. Mas, según fuentes nacionalistas, ya ha encargado a los juristas de su gabinete que estudien salidas legales a este órdago.
Sin aspavientos
Para entonces, o incluso antes, la alianza entre Convergencia y Unió habría saltado por los aires, como se ha encargado de avisar Josep Antoni Duran Lleida, y los 'convergentes' se arriesgarían a convertirse en una fuerza política menor arrasados por la pujanza de Esquerra Republicana, el partido con ideas más claras y radicales sobre la independencia de Cataluña. Convergencia, además, no es un partido monolítico; ahora el sector soberanista radical es mayoritario, pero también es cierto que existe un sector moderado no menor que no se embarcará en empresas de incierto resultado.
Rajoy, que suele decir que no va a ser el presidente con el que se rompió España, insiste en privado en que no dudará en tomar medidas expeditivas. Por ahora se mantiene en la posición de 'esperar y ver', pero si Mas redobla su pulso no se va a estar quieto, comentan en la Moncloa. Lo que no va a hacer, dicen en el Gobierno, son aspavientos preventivos ni contar qué va a hacer.
El jefe del Ejecutivo cuenta asimismo con que la mejoría de la situación económica en 2014 será un elemento desmovilizador para el independentismo. Un movimiento que se ha visto alimentado en buena medida por la crisis y los recortes, de los que el Gobierno de Mas ha culpado siempre a Madrid, mensaje que ha calado hasta en capas sociales de Cataluña imprevisibles.
Los empresarios catalanes, que en su mayoría se mueven entre dos aguas y guardan silencio, hacen llegar cada vez con más intensidad a Mas el mensaje de que la independencia, y el consiguiente cierre de las puertas de Europa, no es un buen negocio. El presidente de la Generalitat, admiten en CiU, no es insensible a esta reflexión, pero desde su entorno insisten en que está dispuesto a inmolarse en términos políticos y ser el mártir de la independencia de Cataluña, aunque sea frustrada.