LO QUE NUNCA NOS DECIMOS
La reforma de las pensiones ha generado todo tipo de quejas, pero en tres años hemos gastado el 40% del fondo de reserva y, de seguir así, en otros tres le daremos 'matarile' definitivo
Actualizado: GuardarLlevamos un tiempo revueltos con el problema interminable de las pensiones. En realidad, llevamos revueltos desde que fuimos conscientes de que era necesario hacer algo para garantizar su sostenibilidad en el tiempo. Ahora, el Gobierno piensa que ha llegado el momento de introducir cambios de envergadura. Para ello ha ideado dos mecanismos que no son fáciles de entender, pero que ayudarán a la solución del problema. Claro está, ayudarán a resolver el problema porque reducirán los derechos. No tanto los derechos ya adquiridos, sino principalmente las expectativas generadas, como no podía ser de otro modo.
Lo cierto es que todo se vuelve en contra. El principal ataque procede, sin duda, de la falta de empleo, que reduce hasta límites insostenibles la ratio entre cotizantes y perceptores. Con el agravante de que los nuevos cotizantes lo sean sobre bases en general muy pequeñas, mientras que los nuevos perceptores lo son sobre pensiones muy elevadas. Todo ello, claro está, medido en términos relativos. Por otro lado, la esperanza de vida se alarga -menos mal-, y si no estiramos también y de manera proporcional la edad de jubilación, el período de cobro se convierte en exagerado.
La propuesta del Gobierno tiene la virtud de ligar el monto de la pensión de cada uno con la esperanza real de vida de ese preciso momento. Y, después, enlaza su evolución en el tiempo con las variables económicas de mayor impacto sobre el problema, en lugar de con el antiguo IPC, estableciéndose unos suelos mínimos y unos techos máximos a los movimientos de actualización anual. En resumen, lo más probable es que los actuales pensionistas mantengan razonablemente el nivel de su pensión y que quienes se vayan incorporando al sistema, la vean ligeramente reducida, además de empezar a percibirla más tarde.
Como era de esperar, la reacción de los partidos de la oposición y de los sindicatos ha sido oponerse y clamar contra ello. Hemos oído todo tipo de quejas y todo género de amenazas. De lo que solo hemos escuchado un ligero, casi imperceptible, rumor es de la evidencia de que en los tres últimos años nos hemos gastado más de un 40% del fondo de reserva en reequilibrar las cuentas del sistema. De seguir así, en otros tres años le damos 'matarile' definitivo.
Y, ¿entonces? Entonces, o creamos empleo en cantidades abultadas o reducimos más las prestaciones o generamos nuevos ingresos. Como no es previsible que en los próximos tres ejercicio seamos capaces de generar el volumen de puestos de trabajo que necesitaríamos para conseguir el equilibrio necesario y como aquí nadie renuncia a nada, vamos a centrarnos en las posibilidades de generar mayores ingresos. Eso solo puede venir por dos vías; o subimos las cotizaciones que pagan los empresarios y los trabajadores, o trasvasamos dinero desde los Presupuestos.
Subir las cotizaciones sería un desastre absoluto y un grave error porque supondría un atentado contra la competitividad exterior de nuestras empresas, justo ahora que necesitamos tanto exportar más. Y trasvasar dinero de los Presupuestos obliga a subir los impuestos para ingresar más o a reducir los gastos para tener dinero disponible.
¡Vaya por Dios! Tanto dar vueltas para llegar al mismo punto de siempre... Lo de subir los impuestos es un deseo inmutable de la izquierda, y ahora también de la derecha, pero creo que se ha pasado de moda de tanto repetirlo, así que podríamos probar con la reducción de gastos. La de verdad, esa que nunca nos decimos.