ANDALUCÍA EN EL TRECE

NADIE LE CANTA LAS CUARENTA A SUSANA DÍAZ

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L AS distancias de Izquierda Unida con su socio de gobierno, el PSOE, no son solo por los presupuestos de 2014, una negociación ya casi cerrada. Como en los matrimonios, bien o mal avenidos o de conveniencia como este, los celos tienen que ver sobre todo con la rivalidad. IU llevó la iniciativa política durante el primer año de gobierno de coalición. Era la novedad en una Junta gobernada tres decenios por los socialistas. La novedad siempre enamora y los de IU coquetearon sin complejos con la opinión pública haciéndose admirar con iniciativas valientes como la del decreto antidesahucios. Pero llegó Susana Díaz para ocupar el sitio de José Antonio Griñán y descompuso todas las estrategias, las de IU, las del PP y también las de su propio partido a nivel nacional.

Ha triunfado su estilo austero, sin estridencias, tanto en el vestir -la imagen importa y no es machismo como dicen equivocados en su equipo de asesores-, como en sus discursos. Responde sin alterarse, utilizando el sentido común y cuidando mucho de no parecer sectaria, para desterrar su leyenda negra.

Alguna vez desbarra hacia el populismo, pero no tanto como el líder del PP Juan Ignacio Zoido. Los que la hemos conocido desde hace algún tiempo, valoramos la evolución. Nada que ver con aquella Susana Díaz que subió a la tarima del palacio de ferias de Sevilla para hacerse cargo de la organización del PSOE andaluz en marzo de 2010, aunque en el fondo sea la misma, una mujer enérgica y con dotes de mando que ahora ya puede poner en práctica.

Díaz, que se acerca a los 40 (cumplió 39 el pasado viernes) al mismo tiempo que cumple 40 días en el cargo, ha entrado con buen pie porque va con pies de plomo. Se ha ganado credibilidad con cuatro mensajes muy directos: Se ha mostrado tajante contra la corrupción, en no subir los impuestos pese a la presión de IU, en dar ejemplo de transparencia con su renta y en proteger a las empresas andaluzas como las verdaderas artífices en la creación de empleo.

Parece que le hubiera robado el discurso al Javier Arenas de hace dos años. No es extraño que hasta los del PP admitan en privado que lo está haciendo bien, aunque en público insistan en lo contrario.

El arrobamiento por la presidenta quedó palpable el pasado jueves en el hotel Alfonso XIII de Sevilla, cuando el besamanos de personalidades de todos los sectores se hacía interminable. Díaz brilla con luz propia muy por encima de la marca PSOE, bastante carcomida en los últimos tiempos, y a distancia también de los demás líderes.

Nadie parece con fuerza para cantarle las cuarenta. El PP andaluz, descabezado, sabe que el líder que buscan deberá contrarrestar las armas seductoras de la socialista. IU se debate entre Maíllo y Elena Cortés, pero ha comprendido que ya corta menos el bacalao que con Griñán. Hasta ahora había hecho entender que el PSOE no puede gobernar sin IU. Díaz ha dado la vuelta a la tortilla: Ha hecho comprender a IU que sin el PSOE y sin ella tampoco puede tocar poder. La ausencia de consejeros de la formación izquierdista en su conferencia del hotel Alfonso XIII fue reveladora.