El ataúd de Priebke acaba en un aeropuerto
ROMA. Actualizado: GuardarSe cumple casi una semana del fallecimiento del exoficial nazi Erich Priebke, el pasado viernes en Roma, y sigue sin tener donde caerse muerto. Es un cadáver que desata odios, polémicas y sobre todo incomodidad, nadie lo quiere y las autoridades ya no saben cómo resolverlo. En la madrugada de ayer terminó en el aeropuerto militar de Pratica de Mare, en el litoral romano, para evitar nuevos disturbios tras el caótico intento de funeral del martes.
Dada la negativa del alcalde de Roma a autorizar su entierro y de la Iglesia católica a oficiarle un funeral público, a su abogado se le ocurrió celebrar unas exequias en una iglesia 'lefebvriana' de un pueblo de las afueras, Albano Laziale. Pero terminó en una batalla campal entre vecinos y grupos neonazis y la ceremonia se suspendió. Al final, con el recinto asediado por la multitud, un furgón policial sacó el féretro de allí por una puerta trasera a las 00.45 horas. Aunque se llevó una lluvia de pedradas y patadas.
¿Cuál es ahora la situación? Formalmente no ha habido funeral, pues los allegados del fallecido no consiguieron entrar en el templo y al final el cura, agitado por la tensión, se largó. No se sabe si su abogado insistirá todavía en celebrar un rito, pero el principal problema sigue siendo dónde enterrarlo. Anoche parecía abrirse paso la hipótesis de una incineración, algo que habría ahorrado desde el principio todo este lío. Ayer era el 70 aniversario de la redada nazi en el gueto de Roma, con varias ceremonias conmemorativas, y la cuestión era aún más candente. Priebke fue uno de los responsables de la matanza de 335 civiles en las Fosas Ardeatinas en 1944, en represalia por un atentado contra soldados alemanes.
El alcalde de Roma, Ignazio Marino, aseguró ayer que había contactos con Alemania para que se hicieran cargo del muerto, en todos los sentidos. De ahí que el féretro estuviera preparado en la base militar. Pero el Gobierno de Berlín se desentendió del asunto por segunda vez, como hizo el primer día. Al igual que el propio municipio natal de Priebke, porque según su reglamento el cementerio local sólo es para los residentes. El portavoz del ministro de Exteriores, Martin Schaefer, repitió claramente su punto de vista: «La gestión de los muertos corresponde al Estado donde una persona ha muerto. No hay una responsabilidad o un papel del Gobierno federal alemán en este asunto. Contactos informales sí, pero no depende de nosotros encontrar una solución. Todo alemán tiene derecho a ser enterrado en Alemania, pero los trámites de los cadáveres de los alemanes en el extranjero corresponden a los parientes».
En esta historia tiene un papel central la actitud de la familia de Priebke, o más bien del abogado del fallecido, Paolo Giachini, que se ha convertido en gestor de su última voluntad y protagonista del asunto. La familia no está pintando mucho. Los dos hijos del difunto viven en Argentina, pero no tenían mucha relación con él y no han reclamado los restos.