El Senado intenta apagar el fuego
Los representantes demócratas y republicanos en la Cámara Alta cocinan el acuerdo que permita desbloquear el Gobierno de EE UU
NUEVA YORK. Actualizado: GuardarBarack Obama apareció ayer ante la prensa preparando sandwiches de mantequilla de cacahuete, con un delantal verde de 'La Mesa de Martha', uno de los comedores de beneficencia más importantes de Washington DC. La imagen con la que destacaba a lo que se dedican cientos de funcionarios a los que no se les permite trabajar hasta que reabra la Administración federal, contrastaba con la de un presidente forzado a hacer concesiones para evitar que el Tesoro se quede sin fondos el jueves y lance al traste la economía mundial. Su rotunda negativa a negociar con la oposición y aún más a ceder al chantaje de ésta había adquirido ya un tono más conciliador.
«Ha habido progresos en reconocer que no vamos a poder salvar completamente las diferencias entre ambos partidos de una sola vez», explicó Obama antes de ponerse los guantes de cocina. A esas horas los líderes del Senado se habían reunido ya dos veces para intentar pactar un acuerdo bipartidista que poner a votación y mandar a la Cámara Baja. «Soy muy optimista respecto a que alcanzaremos un acuerdo de naturaleza razonable esta semana para reabrir el gobierno, pagar nuestras deudas y empezar negociaciones de largo plazo que pongan a nuestro país en el camino de la responsabilidad fiscal», anunció satisfecho el líder del Senado Harry Reid. Su compañero de negociaciones Mitch McConnell, líder de la oposición en esa Cámara, dijo compartir su optimismo de que obtendrán «un resultado aceptable para ambas partes».
Con el documento en la mano se dirigieron a la Casa Blanca, donde el presidente, el vicepresidente y los líderes de la Cámara Baja les esperaban en el Despacho Oval para examinar los detalles. Los rumores indicaban que los demócratas habían fracasado en su intento de obtener un acuerdo que ponga el delicado tema del techo de la deuda más allá de las disputas políticas, garantizando su ampliación hasta después de las elecciones de noviembre del año que viene. Por el contrario, los republicanos quieren mantener este elemento negociador firmando ahora un acuerdo a corto plazo que, sin embargo, salve la campaña de compras navideñas. Una crisis como ésta a mitad de noviembre haría caer la confianza del consumidor y con ella las ventas.
Los demócratas no desean firmar una ampliación de presupuestos más allá de mitad de enero, porque en esa fecha entrarán en vigor los recortes automáticos que impusieron hace dos años para forzarse a sí mismos a negociar una mayor disciplina fiscal. El partido en el gobierno aún confía en evitar su entrada en vigor, por lo que de momento su objetivo es lograr la ampliación de presupuestos más corta posible que le permita negociar a tiempo este punto, pero a la vez el trato más amplio posible para elevar el techo de la deuda.
Guiño de la Casa Blanca
Con la intención de contentar a los extremistas del Tea Party, que empezaron esta guerra como un último y desesperado intento para herir de muerte la reforma sanitaria, están sobre la mesa dos pequeñas modificaciones a la misma. La primera y más insignificante consistiría en un proceso de verificación de ingresos que permita asegurarse de que las deducciones fiscales no irán a parar a manos de quienes se pueden permitir pagar un seguro médico privado. La segunda consistiría en posponer durante dos años un impuesto sobre aparatos médicos con el que se pretendía ayudar a financiar el coste de esta reforma sanitaria.
La Casa Blanca hizo saber el jueves a los legisladores que ese impuesto no supone una pieza clave de la reforma sanitaria, en lo que se interpretó como un guiño de que lo aceptaría. Los 30.000 millones de dólares son, sin embargo, calderilla para quienes buscan asestar una herida mortal a la ley que tanto odian.
La estrategia de los negociadores en el Senado era proporcionar al líder de la Cámara Baja, John Boehner, un acuerdo bipartidista ampliamente respaldado en la Cámara Alta como para que no se le pueda acusar de traicionar a su propio partido al ponerlo a votación. Boehner, sin embargo, no veía con tan buenos ojos lo que sus colegas negociaban. De ahí que se pospusiera anoche la reunión con la Casa Blanca.
«Ya veremos esta tarde si el progreso que se ha hecho es real o no», indicó el presidente. «Mientras tanto, seguiré presionándoles tanto como pueda», añadió.
es el índice de aprobación que obtiene Obama en esta crisis, según una media de sondeos.
es el respaldo ciudadano a la actuación del Congreso, con un 82% de desaprobación expresa.