El referéndum de 2014 abre grietas en el frente soberanista de Cataluña
BARCELONA. Actualizado: GuardarLos consejeros del Gobierno catalán han pasado en poco menos de un año de afirmar que la consulta soberanista se celebrará sí o sí el año que viene, a decir que su intención es que se convoque en 2014, aunque entienden que se podría posponer a 2015, si la Generalitat no llega a un acuerdo con el Ejecutivo central. A medida que se acerca uno de los primeros puntos de no retorno, el día que CiU y ERC fijan la fecha y el contenido de la pregunta del referéndum, la cohesión del frente soberanista se resiente. Las discrepancias ya no sólo son públicas entre Unió y Esquerra, sino que a la terna se ha unido el sector moderado de Convergència, partidario del pacto y de evitar el choque de trenes.
Así, el sábado, el consejero de Empresa, Felip Puig, miembro de la vieja guardia de Convergència aunque ya no forma del núcleo próximo a Artur Mas, se inclinó por celebrar una consulta pactada con Madrid en 2015, antes que llegar al previsible «conflicto» en 2014, una opinión que un día después compartió el consejero de Interior y dirigente de Unió, Ramon Espadaler. El tercer miembro del Ejecutivo catalán que se ha salido del guión del pacto de legislatura entre CiU y ERC es el consejero de Agricultura, el democristiano Josep Maria Pelegrí, quien afirmó ayer que el proceso soberanista está generando una excesiva tensión y radicalización en la sociedad y abogó por que la pregunta se pacte entre cuantos más partidos mejor y no se plantee en términos de «blanco o negro».
Guardianes de las esencias
La disparidad de pareceres, que deja en evidencia la lucha que se libra en el Gobierno catalán entre moderados y soberanistas, pero también dentro de Convergencia y entre Convergència, Unió y Esquerra, irrita a estos últimos, que se mantienen como soporte del Gobierno catalán y guardianes de las esencias. ERC cargó ayer contra los que desde dentro del frente soberanista abren debates que no consiguen si no «ir en contra del proceso». Para los republicanos, no puede haber proyecto B ni alternativas al plan inicial, que establece la celebración de la consulta el año que viene, haya o no acuerdo con el Gobierno central. Esquerra incluso quiere vigilar más de cerca al presidente y amaga con que está dispuesta a entrar en la Generalitat para «blindar» la convocatoria del referendo.
El entorno de Mas evitó la polémica y prefirió reclamar a los que se manifestaron el 12-O que acepten la consulta.