«Seleccionamos a los mejores y no competimos con las demás»
Con experiencia académica y de gestión empresarial, abrirá el radio de acción de la UNIA a Estados Unidos y el Medio Oriente Eugenio Domínguez Rector de la Universidad Internacional de Andalucía
SEVILLA. Actualizado: Guardar«Acabo de llegar y no termino de aterrizar», dice el nuevo rector de la UNIA, que se siente en una «inmersión inmediata» en un cargo que, a sus 66 años, no tenía previsto. Pero Eugenio Domínguez no oculta su entusiasmo por esta etapa vital y habla con humor y soltura de sus proyectos.
-Dice que no esperaba el nombramiento. ¿Cómo se produjo?
-Hace 15 días me llamaron de la secretaría general de universidades y me dijeron que el consejero quería hablar conmigo. Me ofreció esta posibilidad. Le dije: «si yo estoy ya muy viejo, no estoy para estas cosas». Me recordó que yo siempre dije que quería terminar mi carrera profesional como la empecé, en la universidad, y qué mejor broche. Pregunté si tenían organizado el relevo, que yo no quiero pisar ningún callo.
-Pues algún malestar ha ocasionado a su antecesor, Juan Manuel Suárez Japón.
-Esto es un trío donde uno de los elementos no tiene nada que ver. Tengo muy buena relación con Juan Manuel y espero mantenerla en el futuro. Cuando hablé con él le dije que si yo hubiera dicho que no habrían nombrado a otro, porque la decisión del relevo estaba tomada.
-¿Por qué a usted?
-El consejero me dijo que quería darle otra orientación.Ni mejor ni peor, diferente. Yo tengo un pasado que casa mucho con su idea para la UNIA.
-¿En qué sentido?
-He sido decano, vicerrector, rector y en una etapa pasé a ser consejero corporativo de GIASA, una empresa pública, por amistad con Rosa Aguilar. Era el mundo puro y duro de la empresa, y con la política encima. ¡En mi vida he trabajado más y he obtenido menos resultados! Antes fui director del comité científico-técnico que tenía que buscar un emplazamiento para los residuos radiactivos de alta intensidad y el combustible nuclear.
-¿Qué razón de ser tiene la UNIA, en los tiempos que corren?
-No es una universidad diferente, es una universidad distinta. Hacemos cosas que no hacen los otros y complementamos el sistema público de enseñanza superior, con unas posibilidades que no tienen las universidades hermanas. No tenemos profesorado, nos nutrimos del profesorado de los demás, y eso es una bendición. Nuestro capítulo de personal es muy bajo en relación con las otras, no llega al 42%, frente al 80% del resto. Tenemos una capacidad de organizar cosas en un sistema que ha pasado de ser de pre-grado a postgrado, donde vamos a una enseñanza de nivel 3, que necesita mucha especialización. Seleccionamos a los mejores y competimos donde no están los demás.
-¿Qué futuro le espera, en un contexto de crisis en el que incluso se habla de unir universidades?
-Eso es una entelequia, es imposible, más difícil que quitarle un despacho a un profesor universitario. La reconversión por ahí no va a pasar. Me juego lo que quiera, con quien quiera.
-En ese proceso de reconversión ¿qué papel le toca a la UNIA?
-Hacer lo que no hacen los demás. Y la vocación internacional, que las demás no pueden abordar por razones presupuestarias. Tenemos una buena cancha en un grupo de países que para nosotros es muy importante, en Latinoamérica, el Magreb.
-¿Qué quiere usted aportar?
-Yo no me quiero quedar ahí, hay otros nichos importantísimos, sobre todo Estados Unidos. Si es necesario nos complementaremos con las universidades hermanas. También me interesa ampliar hacia los países del Este y seguir más allá del Magreb, hacia Túnez, Egipto o Siria, que tienen gran interés también en otro sentido: quiero abrir un frente para la cooperación y quiero tener un vicerrectorado dedicado a ello, a igualdad, cooperación y ayuda al desarrollo.
-¿Y en cuanto a las cuatro sedes actuales?
-Quiero es que trabajen más transversalmente, mucho tiki-taka, mucho equipo. Que los directores académicos de las sedes colaboren, que vengan cada semana aquí, físicamente, a reunirse con los vicerrectores. Yo me he comprometido a ir una vez al mes al menos a cada sede.
-¿Tiene ya su equipo?
-Hasta ahora sólo he confirmado a la secretaria general, María Jesús Guerrero, que va a ser también coordinadora del equipo rectoral. Como el 'conseller en cap' catalán, quiero que sea mi persona de confianza. Estoy hablando con los demás. Tendré en cuenta sus deseos y nombraré gente nueva.
-Su consejero, Sánchez Maldonado, ha dicho que quiere que la definición del nuevo modelo productivo pase por el I+D+i y que en él estén las universidades. ¿Qué puede aportar la UNIA?
-Nosotros menos que las universidades típicas, porque no tenemos profesorado ni personal investigador y sí que estableceríamos una competencia desleal. Pero haremos lo que se nos pida.
-¿Muchas deudas de la Junta?
-No hay tanto con la UNIA, somos el 1% del presupuesto del conjunto de las universidades hermanas. Hasta ahora, por lo que he podido hablar con la gerente, no tenemos grandes dificultades y pagamos a los proveedores en unos límites aceptables. El problema es de reducción de las transferencias del Estados a las comunidades autónomas y eso afecta a muchos servicios esenciales. Lo dije el otro día y algún compañero se ha enfadado conmigo. No somos el ombligo del mundo. El sector sanitario tiene problemas de tesorería, no se paga a proveedores, las pymes están hasta el cuello, la ayuda a la dependencia no llega. el Gobierno tiene que establecer prioridades. La investigación y la educación superior son importantes, pero hay cosas primero. Hemos de solidarizarnos unos con otros, entender la situación e intentar que la comunidad se lleve bien con el Gobierno central, para que éste entienda que quizá hay que recortar en otras cosas. La selección española de fútbol, por ejemplo, cuesta una pasta. Hay que pensarlo.
-Formamos jóvenes para que se marchen del país. ¿Qué piensa?
-Es una fuerte sangría, pero salir fuera es un mundo de oportunidades. Y terminé la carrera en Sevilla en los 70. Las posibilidades de formarse como postgraduado en mi área eran escasas para poder competir con los demás. Me marché dos años a Gran Bretaña, aquello cambió mi mentalidad, aprendí mucho y tuve unas oportunidades que no habría tenido en España.