Rubalcaba y Díaz, durante su comparecencia en la sede del PSOE tras la reunión que mantuvieron ayer en Madrid. :: ÓSCAR DEL POZO
ESPAÑA

Susana Díaz ofrecerá a Rajoy excluir a Bárcenas y los ERE de la batalla política

La presidenta andaluza se desmarca de la estrategia de oposición planteada por Rubalcaba y defiende el diálogo con el Ejecutivo

MADRID. Actualizado: Guardar
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«No podemos usar la corrupción para aniquilar al contrario, tenemos que luchar contra todos los tipos de corrupción, se llame de una manera o de otra». Es lo que dice Susana Díaz. La nueva presidenta de la Junta de Andalucía, aún hoy obligada a responder a preguntas de la oposición sobre los ERE falsos pese a su intento de limpiar el Gobierno de todo aquel que estuviera salpicado por el caso, quiere un pacto para rebajar la tensión del rifirrafe político y así se lo trasladará mañana a Mariano Rajoy en el encuentro que mantendrán en la Moncloa. Un «pacto para la regeneración política» que, sin embargo, choca con la estrategia de oposición de Alfredo Pérez Rubalcaba.

El secretario general de los socialistas aseguró hace apenas un mes que está dispuesto a sentarse en una misma mesa con el PP para discutir las medidas que conviene poner en marcha a fin de combatir y prevenir la corrupción. Pero insiste en que no tiene nada de qué hablar con el Gobierno, con quien rompió relaciones el pasado julio a raíz de la publicación de los 'sms' que Rajoy cruzó con Luis Bárcenas hasta enero de este año. Y, sobre todo, ya ha dejado claro que no va a dejar de llevar este asunto a las sesiones de control al Ejecutivo.

El líder de la oposición reiteró de hecho su posición ante Díaz, con la que se reunió a primera hora de la mañana en la sede federal del PSOE. «Tenemos que distinguir muy claramente el ámbito partidario e institucional. Que la Junta diga que hay temas de corrupción que afectan al trabajo de gobiernos autonómicos es un ejercicio de responsabilidad institucional, otra cosa es lo que haga el PSOE en las Cortes, eso me corresponde a mí; siempre ha sido así y -subrayó- va a seguir siendo así».

La suya, en todo caso, es una posición compleja. Rubalcaba ha buscado un equilibrio entre aquellos que creen que no es posible pactar nada con un PP al que se reprochan años de supuesta financiación ilegal y los que defienden que en un momento de grave crisis institucional como el actual hay que buscar acuerdos en asuntos clave a fin de frenar el desgaste del sistema democrático. Pero su punto medio no termina de satisfacer a unos ni a otros.

Díaz dejó claro a su anfitrión, según fuentes de la reunión, que no comparte la decisión de no sumarse a la ley de transparencia, ahora en el Senado, después de haber participado durante meses en su elaboración y pese a estar de acuerdo en lo sustancial de la norma. Y en el propio grupo parlamentario socialista hay quien defiende, especialmente entre los veteranos, que tarde o temprano habrá que volver a recuperar el diálogo con el Gobierno.

Refrescar el partido

En todo caso, lo que puso de relieve el encuentro de ayer entre la presidenta andaluza y el secretario general del PSOE, el primero desde que Díaz asumió las riendas de la Junta, es la voluntad de la joven política de marcar su propio perfil y reforzar el papel orgánico de su federación. Lo hizo en varias ocasiones, como cuando advirtió de que Andalucía llevará a la Conferencia Política, prevista para los días 8, 9 y 10 de noviembre, propuestas que permitan «refrescar» al PSOE.

Ya la semana pasada, rompió en una conferencia un tabú interno al identificar la promesa de José Luis Rodríguez Zapatero de aprobar el Estatuto de autonomía que se remitiera a las Cortes desde el Parlamento autonómico, allá por 2003, como uno de los detonantes del conflicto hoy abierto con Cataluña. Esta vez su discurso no se separó tanto del del líder de los socialistas. Conminados a explicar su posición respecto a la propuesta de financiación autonómica realizada por la presidenta del PP catalán, Alicia Sánchez Camacho, para encauzar los anhelos soberanistas de los catalanes, ambos coincidieron en que no puede haber excepciones y en que, sea cual sea el modelo, tiene que garantizar la igualdad de los españoles.

Díaz, que hace unos días mostró su férrea oposición al llamado derecho a decidir, reivindicado por las fuerzas independentistas catalanas pero también por el PSC, advirtió aun así que el problema catalán ya «no se arregla con dinero» porque es fruto de «falta de diálogo».