Maniobras de las fuerzas especiales de Estados Unidos, responsables de la captura del terrorista Anas Al-Liby en Trípoli. :: ERIC S. LOGSDON
MUNDO

EE UU salda cuentas con Al-Qaida en Libia

Anas al-Liby, detenido en Trípoli por los Navy Seals, será juzgado por los ataques a las embajadas de Kenia y Tanzania de 1998

Actualizado: Guardar
Enviar noticia por correo electrónico

Quince años después, Estados Unidos ya tiene en sus manos a la persona a la que acusan de estar detrás de los atentados contra sus Embajadas de Kenia y Tanzania de 1998, que costaron la vida a 224 personas y dejaron más de cinco mil heridos. Nazih al-Raghie, conocido por su nombre de guerra como Anas al-Liby, se encuentra «fuera de territorio libio», según reveló el portavoz del Pentágono, George Little, tras haber sido «detenido legalmente» en una «operación antiterrorista» de las fuerzas especiales estadounidenses en Trípoli. El Gobierno libio aseguró no estar al corriente de los planes de Estados Unidos y, sin llegar a condenar lo ocurrido, recordó que «los miembros de la resistencia libia deben ser juzgados en Libia independientemente de cuáles sean sus acciones».

Como Al-Liby, miles de islamistas huyeron durante los noventa por la presión de la dictadura y encontraron refugio en Al-Qaida y otros grupos fundamentalistas. Muchos de ellos regresaron con el estallido de la revolución y jugaron un papel clave en la guerra posterior que acabó con Gadafi.

Además de la operación en Libia, Estados Unidos intentó capturar también a un «conocido terrorista de Al-Shabab», la milicia islamista somalí vinculada a Al-Qaida y responsable del ataque contra el centro comercial de Nairobi hace dos semanas. El Pentágono se limitó a confirmar que sus hombres intentaron la captura el viernes, pero no aportó más detalles sobre la acción que se desarrolló en la ciudad costera de Barawe y que, según medios estadounidenses, corrió a cargo de los Navy Seals, el mismo cuerpo de élite que se encargó de acabar con Osama Bin Laden en Pakistán en 2012. La Policía somalí informó de la muerte de siete personas.

Al-Liby, de 49 años, fue sorprendido el sábado cuando regresaba a su casa tras el rezo de la mañana. El diario 'Libya Herald' recoge las palabras de Hashim Bishr, responsable de seguridad en la capital, que asegura que Al-Liby estaba armado en el momento de su detención, pero no pudo hacer frente a los cinco hombres enmascarados que le rodearon y le obligaron a meterse en un vehículo todo terreno. Pese a la versión oficial de que se trató de una operación de las fuerzas especiales, diferentes medios libios apuntan a las milicias de la ciudad de Zintán, encargadas de la seguridad en la zona donde se produjo la detención, cerca del aeropuerto y de la Embajada de Estados Unidos, como responsables de una captura por la que el FBI ofrecía cinco millones de dólares (3,6 millones de euros).

El hermano de Al-Liby, Nabih, calificó lo ocurrido de «acto de piratería», y su hijo Abdulá, testigo de la detención, aseguró a la agencia AP que «los enmascarados se dirigieron a mi padre en dialecto libio».

No pueden «esconderse»

«Esperamos que esto deje claro que los Estados Unidos de América nunca se detendrán en sus esfuerzos para que los responsables de actos terroristas rindan cuentas», declaró el secretario de Estado, John Kerry, quien quiso dejar claro que «los miembros de Al-Qaida y otras organizaciones terroristas literalmente pueden correr, pero no esconderse. Seguiremos intentando llevar a estas personas ante la Justicia».

Por encima de las operaciones de las fuerzas especiales, el ataque de aviones no tripulados es la fórmula más empleada por EE UU para acabar con la vida de sus hombres más buscados, una forma de actuar habitual en Pakistán y Yemen.

La Justicia estadounidense acusa a Anas al-Liby de «conspirar para matar a ciudadanos estadounidenses, asesinar, destruir edificios y propiedad de Estados Unidos y destruir unidades de la defensa nacional de Estados Unidos», según el Centro Nacional Antiterrorista. Unas acusaciones sobre las que tendrá que responder ante un tribunal, según las palabras de Kerry sobre la intención del Gobierno de llevar a «los responsables de actos terroristas» ante el juez.