El secretario general de la federación socialista andaluza, José Antonio Griñán, junto a Rubalcaba, en un acto celebrado la primavera pasada en Sevilla. :: RAÚL CARO / EFE
ESPAÑA

Rubalcaba apuntala su calendario de primarias con el apoyo implícito de Andalucía y Cataluña

Barones socialistas de distintas sensibilidades esperan a que pase la Conferencia Política de noviembre para dar la batalla de las fechas

MADRID. Actualizado: Guardar
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Alfredo Pérez Rubalcaba lleva camino de lograr lo que, hace apenas un año, parecía imposible, que nadie, en un partido que aún se resiente de los tira y afloja provocados por la contundente derrota electoral de 2011, logre cambiarle el calendario. Aunque a muchos no les guste. Y aunque otros muchos avisen soterradamente de que, pasado el hito de la Conferencia Política -el cónclave de renovación ideológica que tendrá lugar los días 8, 9 y 10 de noviembre-, la tregua sobre la fecha de las primarias se dará por concluida. De su lado tiene, más en términos coyunturales que personales, a las dos federaciones de más peso en el partido, la andaluza y la catalana.

El baile aún no ha empezado y las cosas todavía pueden moverse, pero 'a priori' Andalucía defiende que «el calendario político tiene que estar supeditado al calendario institucional» y eso significa que unas elecciones de tipo interno deberían dejarse para el final de la legislatura, lo más cerca posible de las elecciones generales e incluso, para horror de muchos barones o aspirantes a alcaldías, tras las municipales y autonómicas de la primavera de 2015. La dirección del PSC, hoy por hoy, suscribe el argumento. «Parece arriesgado elegir al candidato a la Presidencia del Gobierno antes de unos comicios que nos pueden ir mal porque el desgaste -argumentan en el entorno de Pere Navarro- sería tremendo».

La posibilidad de que, efectivamente, todo siga como está durante un año más ha empezado a inquietar, sin embargo, y mucho, en otras federaciones. La duda es si serán capaces de hacer masa crítica para llevarse el gato al agua.

En esa línea se moverían Patxi López que, según fuentes del PSE, defendió en el último Consejo Nacional de los socialistas vascos la necesidad de que las primarias se celebren «cuanto antes»; el castellano-manchego Emiliano García-Page, convencido de que el electorado necesita ya un mensaje de renovación; y el extremeño Guillermo Fernández Vara, que ya ha dejado claro que no ve a Rubalcaba liderando el futuro del PSOE.

También estaría por el adelanto de las primarias el madrileño Tomás Gómez que, pese a haber llegado a una suerte de pacto de no agresión con la dirección federal, se puede ver especialmente beneficiado por la irrupción de un líder nacional con tirón, dado el escaso peso de la política regional en las decisiones del electorado madrileño.

Al margen de la necesidad de un revulsivo que les permita afrontar en mejores condiciones sus propios comicios -no es el caso de Patxi López, dado que en el País Vasco no hay previstas elecciones autonómicas hasta el otoño de 2016-, existe entre buena parte de los secretarios generales otro temor, que la demora acabe haciendo imposible el cambio de líder. Un cambio que, en los casos citados, se considera impepinable para dar respuesta a lo que demanda su público objetivo.

Estabilidad

Lo curioso es que los mismos que dicen desde Andalucía que al elegir a Rubalcaba como secretario general en el 38 Congreso se lanzó a los votantes socialistas el mensaje de que su opinión no valía nada, dicen ahora que es obligatorio garantizar la estabilidad del líder del partido. Y muchos de los que lo respaldaron, en cambio, se llevan las manos a la cabeza con la idea de que pueda intentar someterse de nuevo a las urnas. Algunos, incluso, se sienten traicionados. Le dieron su apoyo con la idea de que su mandato fuera transitorio, un paréntesis para rehacerse, y temen que intente perpetuarse en el poder. De ahí que pretendan que en el primer comité federal tras la conferencia se hable de fechas.

En el entorno del secretario general rechazan las interpretaciones personalistas. «Alfredo no va a hacer nada que no sea lo mejor -argumentan-; no hay voluntad de permanencia por encima de todas las cosas». La cuestión, dicen, es que no conviene jugar las cartas con demasiada premura. «El tipo de candidato que necesitemos dependerá de la situación política y de quién tengamos en frente -sostiene un hombre próximo a Rubalcaba-; yo no tengo claro que Mariano Rajoy vaya a presentarse de nuevo, pese a haber dicho que sí. Y, en política, el que se mueve primero tiene menos margen de maniobra».

El caso es que ninguno de los posibles aspirantes se ha decidido aún a abrir el fuego, aunque algunos interpretan las palabras de el exlehendakari como la antesala de su salto al ruedo. Otro vasco, Eduardo Madina, sigue sopesando sus capacidades para asumir un reto que considera colosal, pero que no pocos le animan a asumir. Y en retaguardia sigue Carme Chacón, pese a su reciente abandono del escaño y su marcha a Miami para trabajar en una universidad. «Si ninguno de estos se presenta; ella lo hará», dice, incluyendo en la quiniela a García-Page, un dirigente local amigo de la exministra catalana. Desde el PSC avisan: «Que nadie la dé por muerta porque, se tenga la opinión que se tenga de ella en el partido, en la calle (especialmente en Cataluña y Andalucía) tiene mucho tirón...y no olvidemos que hablamos de primarias abiertas».