Reunión del Papa con los ocho cardenales elegidos para reformar la Curia romana. :: AFP
Sociedad

Francisco ataca a la corte pontificia

Arremete contra la «lepra del papado» y apuesta por el diálogo con los no creyentes

ROMA. Actualizado: Guardar
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En el día que el Papa se reunía por primera vez con el nuevo Consejo de Cardenales que debe acometer profundas reformas en la Iglesia, el inicio oficial del gran cambio de Francisco, el diario italiano 'La Repubblica' publicó ayer una larga entrevista con él que supone el hundimiento definitivo de una concepción del Vaticano vigente desde hace siglos. Verdaderamente se trata de una revolución, como se ha venido diciendo ya desde el primer día. Francisco practicó una demolición severa de la estructura y las inercias eclesiásticas con frases como puñetazos contra el 'establishment': «Los jefes de la Iglesia han sido a menudo narcisistas, adulados y malamente excitados por sus cortesanos. La corte es la lepra del papado. (...) En la Curia hay una visión 'vaticanocéntrica' que descuida el mundo que le rodea. No comparto esta visión y haré de todo para cambiarla. (...) El Concilio Vaticano II decidió mirar al futuro con espíritu moderno y abrirse a la cultura moderna. Significaba ecumenismo religioso y diálogo con los no creyentes. Desde entonces se ha hecho muy poco en esa dirección. Yo tengo la humildad y la ambición de querer hacerlo».

Como ha ocurrido ya en otros momentos -el primer encuentro con los periodistas tras su elección o la rueda de prensa en el avión del viaje a Brasil- la misma entrevista en sí es estrepitosa por el tono y el clima. Tanto por ser coloquial como por su franqueza humana. Francisco deja caer sin más que «el proselitismo es una solemne tontería» o que cuando tiene delante un clerical «me convierto de repente en anticlerical, el clericalismo no debería tener nada que ver con el cristianismo».

También entrevista Bergoglio, se interesa por el entrevistado, al preguntarle varias veces qué piensa sobre algo o en qué cree. El diálogo, tras el primer coloquio concedido a la revista jesuita 'Civiltà cattolica', es con Eugenio Scalfari, fundador del diario progresista 'La Repubblica', y personalidad de prestigio del mundo laico, que no es creyente. Es con quien intercambió ya dos cartas en el último mes. La facilidad que da el Papa en el trato, su normalidad, permite que la conversación transcurra con gran libertad, sin reverencias. Por ejemplo, el periodista pregunta a Bergoglio si tiene vocación mística:

-¿A usted qué le parece?

-A mí me parece que no.

-Probablemente tiene razón.

No obstante, el Pontífice revela un momento casi místico que vivió tras ser elegido. Pidió retirarse solo en una habitación, «mi cabeza estaba completamente vacía y me había invadido una gran ansia». Cerró los ojos y desapareció todo pensamiento, «también el de rechazar el cargo», y se quedó tranquilo.

Entrevista de tú a tú

La novedad también está en una conversación de un Papa con alguien medianamente crítico que no es incondicional ni, como ha ocurrido, rendido a sus pies o directamente pelota, que le trata de igual a igual. Esto hace mucho para la sinceridad. Scalfari se permite, por ejemplo, decirle que «el amor por el poder temporal es aún muy fuerte en los muros vaticanos, la institución predomina sobre la Iglesia pobre y misionera que usted querría». Respuesta: «Las cosas, en efecto, están así y en esto no se hacen milagros. Le recuerdo que también Francisco en su día tuvo que negociar mucho con la jerarquía romana y con el Papa para hacer reconocer las reglas de su orden. Al final obtuvo la aprobación pero con profundos cambios y compromisos».

Pero Bergoglio deja claro que, por lo que a él respecta, se lo toma casi como una guerra. La misión de su vida es lograr esa «Iglesia pobre y para los pobres», misionera y para los necesitados.

La clave de toda la charla, además de pasajes sobre la fe y el sentido de la vida, es la idea de cambio radical que Francisco tiene en la cabeza para la Iglesia. Sobre el Consejo de Cardenales, los ocho purpurados que a partir de ahora formarán un inédito 'Gobierno' para ayudar al Pontífice y abordar profundas reformas, fue igualmente claro: «No son cortesanos, sino personas sabias y movidas por mis mismos sentimientos. Este es el inicio de la Iglesia como una organización no solo piramidal, sino también horizontal».

Francisco repudia la idea de corte pontificia. Matizó su durísima frase sobre la corte como «lepra del papado» explicando que no se refiere a la Curia: «No, en la Curia a veces hay cortesanos, pero la Curia en su conjunto es otra cosa. Es lo que en los ejércitos se llama la intendencia, gestiona los servicios que hacen falta a la Santa Sede. Pero tiene un defecto: es 'vaticanocéntrica'. Mira y se ocupa de los intereses del Vaticano, que son, en gran parte, intereses temporales. Esa visión 'Vaticanocéntrica' descuida el mundo que le rodea. No comparto esta visión y haré de todo para cambiarla. La Iglesia es o debe volver a ser una comunidad del pueblo de Dios y los presbíteros, los párrocos, los obispos a cargo de las almas, al servicio del pueblo de Dios».

Pero termina la entrevista con una evidente andanada ideológica: «El llamado liberalismo salvaje no hace más que convertir en más fuertes a los fuertes, más débiles a los débiles y más excluidos a los excluidos.