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El núcleo duro de Irán critica el acercamiento a EE UU

La Guardia Revolucionaria censura la llamada entre Obama y Rohani, que ha apostado por reanudar los vuelos directos con su histórico enemigo

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El camino hacia el deshielo entre Irán y EE UU no será sencillo. Además del muro israelí, el acuerdo deberá superar la barrera del núcleo más duro de la república islámica que se aferra a los principios del imán Jomeini para rechazar cualquier contacto con el calificado como 'Gran Satán' desde la revolución de 1979.

Pese al visto bueno del Líder Supremo, Ali Jamenei, el general Mohamad Ali Jafari, responsable de la Guardia Revolucionaria, censuró en público el comportamiento del mandatario persa en Nueva York. «Mantuvo una posición firme y adecuada durante su estancia, pero de la misma forma en que se negó a reunirse con Obama debería haber rechazado hablar con él por teléfono y esperar acciones concretas del gobierno estadounidense», señaló. El general exige a Washington «levantar las sanciones, desbloquear los bienes iraníes bloqueados en Estados Unidos, suspender su hostilidad respecto a Irán y aceptar el programa nuclear iraní».

Aun así, su crítica hacia Rohani contradice la orden de Jamenei y la petición del propio presidente para que la Guardia Revolucionaria no se inmiscuya en la política de un país asfixiado por las sanciones internacionales.

La crisis del crudo persa

El Líder califica el momento actual como «distensión heroica» y el presidente tiene prisa por llegar a un acuerdo con el Grupo del 5+1 (formado por EE UU, Reino Unido, Rusia, Francia, China y Alemania) en materia nuclear. El 28 de octubre se retoma el diálogo en Ginebra y la solución podría ser «cuestión de semanas, no meses», según Rohani.

La urgencia se explicaría por las dificultades que atraviesa un país que debido a las medidas de castigo coordinadas entre la UE y EE UU ha visto cómo su exportación de petróleo se ha reducido a menos de la mitad. Al embargo hay que sumar la prohibición de la venta de equipamiento para el sector y, sobre todo, la negativa de las grandes compañías mundiales a asegurar los barcos que exportan el crudo iraní. Esto último ha provocado que clientes como China, Corea del Sur o Japón hayan dejado de comprar, algo con lo que no contaba Teherán. Para terminar de agravar la situación, el Congreso norteamericano prevé aprobar en breve nuevas normas que dificulten aún más la salida del oro negro desde la república islámica.

En las calles de Irán se viven momentos de confusión. Pese a que el régimen se muestra partidario de un acercamiento sin precedentes, los ciudadanos no quieren hacerse demasiadas ilusiones. Entre otras medidas para mostrar buena voluntad, Rohani ha ordenado que se estudie el restablecimiento de vuelos directos entre Irán y EE UU, según informó el jefe del Consejo Supremo de Asuntos de los iraníes residentes en el extranjero, Akbar Torkan.

La nueva iniciativa de Rohani pretende «eliminar los problemas de desplazamiento de nuestros compatriotas residentes en EE UU», señala Torkan. Tras el triunfo de la revolución islámica, la potencia norteamericana, especialmente su costa oeste, se convirtió en destino para exiliados del régimen del Shá -gran aliado de Washington- que buscaban un lugar seguro y alejado de los ayatolás.