Silvio Berlusconi posa para la prensa durante un congreso de su partido en Roma. :: MASSIMO PERCOSSI / AFP
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Los diputados de Berlusconi amenazan con dimitir en masa si le echan del Parlamento

El magnate ha cambiado su residencia a Roma y duda entre el arresto en casa o el servicio social para cumplir su condena

ROMA. Actualizado: Guardar
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Silvio Berlusconi sigue jugando con fuego con tal de arreglar lo suyo, evitar la condena por evasión fiscal a cuatro años de cárcel, reducidos a uno por un indulto, que debe empezar a cumplir el mes que viene, y mantener la inmunidad parlamentaria que le blinda ante otras investigaciones en curso. El primer ministro italiano, Enrico Letta, estaba el miércoles en Wall Street vendiendo lo fenomenal que van las cosas en Italia y garantizando su estabilidad política. A la misma hora en Roma los diputados del partido del magnate, el PDL, teóricos aliados de Letta en el actual Ejecutivo de emergencia, anunciaban conmovidos que si echan del Parlamento a su líder todos dimitirán en masa de sus escaños. Será, si esta vez va en serio, el próximo 4 de octubre. Ese día una comisión del Senado votará sobre la cuestión en cumplimiento de una ley que retira el escaño a los condenados por delitos graves, con un resultado descontado contra Berlusconi, que está en minoría. En fin, que caería el Gobierno, la eterna amenaza desde hace dos meses.

Es probable que sea la enésima patochada sin efecto, y además hay un pulso interno en el PDL entre fanáticos y moderados, pero Letta se cogió un cabreo inmenso y el presidente de la República, Giorgio Napolitano, parecido. El primer ministro tiene intención de pedir al Parlamento antes del 4 de octubre una especie de voto de confianza para arrancar un apoyo explícito al PDL y no seguir mareando la perdiz. Napolitano, por su parte, divulgó ayer una nota demoledora. Definió «institucionalmente inquietante» la ocurrencia de los chicos de Berlusconi, una iniciativa que en Italia tiene graves connotaciones.

Abandonar el Parlamento es lo que hizo en 1924 la oposición para protestar contra los desmanes de Mussolini y el asesinato del socialista Giacomo Matteotti. En su delirio, Berlusconi sostiene que las condenas contra él son un golpe de Estado de una magistratura que quiere «la vía judicial al socialismo». En su surrealista vídeo de la semana pasada llamó a los italianos a salir a la calle a protestar. Se prepara para unas elecciones, aunque no pueda presentarse tras su condena, como ofensiva final.

Napolitano rebatió ayer toda esta empanada y aclaró que en ningún caso disolvería el Parlamento y convocaría elecciones. Es más, se cree que podría hasta dimitir, porque repitió en el cargo en abril en un excepcional atasco político con la condición de que todos se portaran bien. También explicó que hay otras maneras de expresar la solidaridad a Berlusconi y es «grave y absurdo evocar un golpe de Estado o una operación subversiva».

«La aplicación de una sentencia de condena es un dato constitutivo de cualquier estado de derecho de Europa, así como la no interferencia del jefe de Estado o el primer ministro en decisiones independientes de la autoridad judicial», concluyó. Son nociones de preescolar, pero con Berlusconi siempre hay que repasarlas, porque además espera que le concedan la gracia o amañen algo para evitarle la condena.

Inmunidad parlamentaria

El líder de la derecha teme la pérdida de su escaño porque se quedaría sin la inmunidad parlamentaria, que obliga a pedir permiso a las cámaras para arrestar a uno de sus miembros. Y no lo dan casi nunca. Ahora hay varias investigaciones abiertas contra Berlusconi y sospecha que quieren verle entre rejas con alguna petición de arresto cautelar. Por ahora su principal dilema es decidir antes del 15 de octubre si cumple su año de condena en arresto domiciliario o trabajando en servicios sociales. En este trance ha hecho un movimiento clave: ha trasladado su residencia oficial a Roma, más práctico para seguir en la vida política aunque esté detenido. Además su mansión de Arcore, cerca de Milán, tiene helipuerto y podía no ser aceptada por el juez, por la tentación de largarse volando. No obstante 'Il Cavaliere' baraja la otra alternativa, en una organización de ayuda a toxicómanos de un cura amigo suyo. Con estas cavilaciones asegura que lleva 55 días sin dormir.