MUNDO

Entre apretones de manos y gestos de indignación

NUEVA YORK. Actualizado: Guardar
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No estarán Chávez, Ahmadineyad ni Gadafi, que solían poner la nota de color a la aburrida Asamblea General de la ONU, que durante las próximas dos semanas convertirá el tráfico de Manhattan en una pesadilla, pero eso no quiere decir que no haya suspense tras la maratón de discursos que comienza hoy.

Detrás del secretario general de la ONU, el primer turno de palabra lo tendrá Brasil, como es tradición. Su presidenta, Dilma Rousseff, ha suspendido su próxima visita a la Casa Blanca, indignada por el programa de espionaje que EE UU practica no sólo en los 'emails' y llamadas de medio mundo, sino entre los propios muros de Naciones Unidas.

Rousseff incluso ha ideado un plan quijotesco de cables submarinos para anular el monopolio estadounidense de internet y pretende obligar a compañías como Facebook o Google a almacenar los datos de sus clientes brasileños en servidores brasileños. No hay duda de que sacará a relucir sus ofuscaciones en el discurso que precederá al de Barack Obama. Su intervención es la más esperada del día, pero le hará sombra por cuestión de horas el nuevo presidente iraní, Hasán Rohani, a quien el mundo ve como un líder moderado que puede romper el cisma con Occidente. El líder israelí Benyamin Netanyahu, en quien todavía se confía para dar color a la Asamblea, advierte cree que no es más que «el lobo con piel de cordero».

De todos los apretones de manos que se producirán en estas dos semanas, con la presencia de 190 países, el único que arrancaría titulares mundiales sería el de Obama y Rohani. Ambos se han estado carteando en los últimos meses. Rohani ha declarado en Twitter sus nobles intenciones de «involucrarse constructivamente con el mundo» y en la televisión estadounidense, su renuncia a armas nucleares, mientras la Casa Blanca dice estar abierta al primer encuentro entre un mandatario estadounidense y uno iraní que se produciría desde 1977, cuando Jimmy Carter se reunió con el sha de Persia antes de que la revolución lo destronase y los revolucionarios ocuparan la embajada estadounidense.

A pesar del flirteo, no se espera una reunión formal a modo de bilateral, sino un «hola, cómo estás, un apretón de manos, o algo que rompa el hielo y siente las bases para otro encuentro», dijo el portavoz de la Casa Blanca Jay Carney. En privado, la Casa Blanca espera que Rohani sepa aprovechar la oportunidad que se ha abierto con la negociación en Siria para apuntarse a la corriente del desarme, desmantelando su programa nuclear. El presidente ruso Vladímir Putin, que vela por ambos países, también estará en Nueva York estos días bajo la aureola que le ha dado su papel para abortar el ataque estadounidense en Siria.

Su reunión con Obama será una oportunidad para materializar esas negociaciones en una resolución del Consejo de Seguridad de la ONU, donde Rusia la bloquea hasta que se elimine un lenguaje vinculante que traiga consecuencias para Siria en caso de incumplimiento.