Economia

Cuenta atrás para un nuevo conflicto en Iberia

Los representantes de los trabajadores se sienten «liberados» de la paz social aceptada en marzo y piden a la aerolínea un plan de futuro «creíble» Sindicatos y empresa retomarán la negociación a principios de octubre, pero los primeros no quieren que se eternice

MADRID. Actualizado: Guardar
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Llega el otoño, y con él la conflictividad puede retornar a Iberia, la otrora gigante del sector aéreo español, cuyo retroceso de los últimos años tornó en caída en barrena a principios de noviembre de 2012 tras la presentación de su Plan de Transformación que, en la práctica, suponía un ajuste severo de los costes y una reestructuración profunda de las operaciones. De hecho, poco más de 10 meses después, corre un serio riesgo de caer hasta el cuarto puesto en el mercado nacional, por detrás de Ryanair, Vueling e incluso Easyjet, es decir, tres operadores de bajo coste.

Ese es el principal temor de los sindicatos de la aún aerolínea española de bandera: que el deseo declarado de los responsables del 'holding' IAG -en el que desde finales de 2010 Iberia es socia de British Airways-, que es ajustar sus gastos a los de una 'low cost', suponga en la práctica también empequeñecer su estructura. La controvertida puesta en marcha de Iberia Express, que provocó un serio conflicto con los pilotos por el trasvase de profesionales entre una y otra, junto a la adquisición definitiva de Vueling por el grupo angloespañol, han venido a acrecentar sus temores.

En paralelo, el ajuste en Iberia ha seguido su curso tras al acuerdo de mediación sellado en marzo, minusvalorado ahora por ambas partes. La primera en criticar su «insuficiencia» fue la propia dirección de la compañía, al entender que necesita un marco «más amplio» para «dar solución» a sus problemas empresariales. Por ello, está preparando ya un nuevo plan de futuro, con un horizonte hasta 2018 -el de Transformación sólo iba hasta 2015 y no concretaba las medidas con las que potenciaría la recuperación de su negocio, pues todo se centraba en los recortes- y que espera poder presentar a los representantes de los trabajadores a finales de octubre.

Desde el ámbito sindical se acepta que el acuerdo suscrito con el mediador Gregorio Tudela ha supuesto un «rígido corsé»: en su caso les comprometía a una paz social de la que ahora se sienten «liberados». De hecho, las centrales que representan a los tripulantes de cabina y los trabajadores de tierra -los pilotos del Sepla no lo suscribieron- admiten que «sirvió para lo que sirvió», es decir, «poner fin a las hostilidades -estaban en plena huelga, con paros alternos por semanas, y pensaban llegar así incluso hasta el verano- y «detener un ERE (expediente de regulación de empleo) extremadamente agresivo» -preveía el despido de 3.807 empleados (casi el 20% de la plantilla) para poder aplicar el vigente desde 2001, «relativamente benigno» -las salidas se reducen a 3.141 y en mejores condiciones- y prorrogado hasta 2015.

Un mero «parche»

Con estas cartas encima de la mesa, y la conclusión compartida de que aquel acuerdo no supuso más que un «parche» que ha dejado insatisfechos a casi todos, empresa y sindicatos volverán a sentarse a negociar en la primera semana de octubre. En realidad, y ese es el problema para una aerolínea que sigue perdiendo peso mes a mes. En agosto, en plena actividad turística, redujo sus operaciones casi un 28% -con una media de 207 vuelos-, hasta el punto de ser la última entre las grandes aerolíneas españolas, superada también por su principal rival nacional por tamaño: Air Europa.

Y es que ese recorte de personal -ya han salido 1.700 empleados del total previsto- ha ido acompañada de la cancelación de rutas (nacionales e internacionales) y la reducción de una flota cuyos 76 aparatos actuales precisan de una renovación a medio plazo para ahorrar combustible y ser más productivos. Por ello, desde los sindicatos -como UGT y USO, entre otros- se insiste en que la compañía «no resultará creíble» en esa negociación si no pone varios puntos «clave» sobre la mesa: un plan de flotas -Iberia no contrata nuevos pedidos de aviones desde 2011, mientras que British y Vueling han venido haciendo varios cada año-, otro de aumento de la actividad comercial y uno para no trocear su actual negocio de mantenimiento y 'handling (asistencia en tierra)'. Y ello «con conversaciones serias, sin planteamientos cínicos ni actitudes prepotentes» y, además, que no se eternicen sin rumbo fijo.