ESPAÑA

En lancha, a nado, salto de la valla, de porteador o dentro de un coche

SEVILLA. Actualizado: Guardar
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Como en todo, el modo de entrada a España dependerá de sus medios. Si tienen dinero, se podrán costear una embarcación, neumática o de juguete, para cruzar el Estrecho, algunos intentan atravesar el puesto fronterizo como porteadores, o incluso ocultos en el interior de vehículos. Pero cuando el dinero falta, es cuando se arriesgan por su cuenta a entrar en Ceuta y Melilla a nado o en los saltos masivos de la doble valla de más de seis metros de altura, coronada por alambre de espino y separada por la sirga tridimensional, un entramado de cable de acero donde muchos quedan atrapados.

Ese es el momento «más tenso». Estudian las condiciones, el punto más bajo y cuando hay menos vigilancia para arriesgarse, explican desde Andalucía Acoge. Algunos lo intentan en solitario, y otros creen que en grupos tienen más opciones. «Los inmigrantes están desmejorados física y psicológicamente, gastan toda sus últimas energías en saltar la alambrada», señalan en la oenegé. Frente a la criminalización de la que a veces son objeto, las organizaciones humanitarias rechazan que sean violentos. «Están desesperados y son muchos, pero su objetivo es no caer al suelo entre una valla y otra, por lo que es muy difícil que atraviesen con palos», apuntan.

Si en verano, por el buen tiempo y la mar calma, proliferaron las embarcaciones en el Estrecho, septiembre y octubre son los meses para saltar la valla. Los inmigrantes temen la dureza del invierno en las montañas que rodean Ceuta y Melilla, y saben que si no es ahora deberán volver al año siguiente a intentarlo de nuevo.