Piratas y euroescépticos alemanes luchan en territorio hostil
Desde hace décadas el Parlamento está integrado por conservadores, socialdemócratas, verdes, liberales y la actual Izquierda La cámara tiene, en principio, 598 escaños, pero dependiendo de como dividan el voto los electores puede aumentar su número
BERLÍN. BERLÍN. Actualizado: GuardarLos Piratas y los euroescépticos luchan en los comicios generales alemanas para obtener escaños, en un país cuyo sistemaelectoral está diseñado para frenar a formaciones extremistas, lo que por extensión dificulta el acceso a neófitos y minoritarios. Desde hace décadas, el Parlamento federal (Bundestag) tiene una constelación casi cerrada, integrada por cinco grupos -conservadores, socialdemócratas, Verdes, liberales y la actual Izquierda- y casi inexpugnable para otras formaciones.
Los últimos que accedieron al club, tras la caída del Muro, fueron los representantes del Partido del Socialismo Democrático (PDS) -llamada la Izquierda, después de su fusión con la disidencia socialdemócrata-, que en realidad no era nuevo, sino el heredero político del Partido Socialista Unificado de la República Democrática Alemana (RDA). En 1983 lograron la hazaña los Verdes, aupados por el gran movimiento ecologista y antimilitarista de los 80, mientras que la única formación pequeña que está en el Bundestag desde sus orígenes -el Partido Liberal (FDP)- se sustenta en lobbys económicos.
Los Piratas y la Alternativa por Alemania (AfD) se enmarcan en el grupo de formaciones que dan mucho que hablar, una como abanderada de la libertad en internet y la otra como aglutinante del euroescepticismo, pero con escasas posibilidades de éxito. Si finalmente consigue escaños AfD será a costa de la debilidad del FDP y se convertirá sin duda en la sensación de las generales de este domingo, independientemente de cómo se salde la carrera por la Cancillería.
A Los Piratas, formación sin plataforma programática que irrumpió en el Parlamento del 'land' de Berlín en 2011, y luego conquistó escaños en varias cámaras regionales, parece que se le extinguió la buena estrella inicial, sacudido por innumerables peleas internas.Ambas formaciones, señala Efe, de objetivos bien dispares, comparten su condición de «damnificados colaterales» de un sistemaelectoral que ha puesto las vallas muy altas para los intrusos, como resultado de las lecciones de la historia.
Blindaje histórico
La República Federal de Alemania (RFA), fundada sobre las ruinas del nazismo tras la Segunda Guerra Mundial, trató de blindarse contra los extremismos, de derechas o de izquierdas. El éxito de esa operación blindaje lo representa el hecho que las formaciones claramente ultraderechistas -como el Partido Nacional Democrático (NPD), principal aglutinante del voto neonazi- nunca lograron escaños en el Bundestag, aunque sí en cámaras regionales.
Tal logro se debe, en buena parte, a un sistemaelectoral mixto, que combina dos votos -mandatos directos y voto proporcional-, que favorece a las grandes formaciones en detrimento de las pequeñas. Cada elector tiene dos votos: el primero, a un candidato de su circunscripción, y el segundo a la lista de un partido de su «Land».
La mitad de los escaños del Bundestag van a cada uno de los vencedores de distrito -el llamado mandato directo-, que salvo excepciones recae en esas grandes formaciones, ya que optar por candidatos sin opción a victoria es tirar el voto a la basura. La otra mitad de la cámara surge del reparto proporcional del segundo voto, a aquellas formaciones que superen el listón del 5 %.
En resumen, el acceso al Bundestag se limita a quienes superaron ese mínimo o a quienes lograron mandatos directos en bastiones en el este, método por la que el PDS accedió a sus primeros escaños en el Bundestag, en los años siguientes a la reunificación.
Ni a los Piratas ni a los euroescépticos se les vaticinan victorias en distritos, puesto que no tienen tales bastiones, ni el 5% a escala nacional, salvo sorpresas de última hora. Menos aún a las otras 25 formaciones minoritarias y hasta excéntricas que concurren a las generales con denominaciones como Los Violetas, Los Lectores de la Biblia o los Defensores de los Derechos de los Animales, algunas con larga trayectoria como reincidentes en la búsqueda de su lugar en el Bundestag.
El nuevo Parlamento alemán estará compuesto, en principio, de 598 diputados, pero al final puede resultar más grande debido a las particularidades del sistema electoral germano. Son 299 diputados lo que serán elegidos por el voto directo de los electores, en igual número de circunscripciones unipersonales repartidas a lo largo de todo el país.
El candidato que obtenga la mayoría simple en su circunscripción obtiene lo que suele denominarse un «mandato directo» y accede al Bundestag.
Los electores, para decidir al diputado que accede al Parlamento desde su circunscripción por mandato directo, tienen lo que se denomina en el argot político alemán un 'primer voto'. Sin embargo, existe además el 'segundo voto', que se disputan las listas de los partidos y que decide no solo la repartición de los otros, por lo menos, 299 escaños, sino también el peso real de cada fuerza en el Parlamento.
Si un partido obtiene el 40% de esos segundos votos, entonces le corresponden el 40% de los escaños de la cámara, incluyendo aquellos que haya ganado por mandato directo en circunscripciones unipersonales.
No obstante, suele darse el caso de que los grandes partidos obtienen más mandatos directos que los que les corresponderían por los resultados de sus listas. En ese caso, se aumenta el número de escaños de la cámara para dar cabida a esos denominados «mandatos adicionales». En el pasado, ese fenómeno favorecía a los grandes partidos, perjudicaba a los pequeños y podía llevar incluso a generar la paradoja de que una pérdida de votos porcentual terminase aumentando el número de escaños.
Mandatos compensatorios
Para evitar estas situaciones, el Tribunal Constitucional ordenó al Parlamento reformar la ley electoral y lo que introdujo los denominados mandatos compensatorios, para evitar la distorsión que pueden general los mandatos adicionales.
En todo caso, los electores alemanes pueden partir su voto, dando el primero al candidato de un partido y el segundo a la lista de otro, lo que muchos hacen por consideraciones tácticas.
Esto propicia que, por ejemplo, hay votantes cercanos al Partido Liberal (FDP) o a Los Verdes que dan su «segundo voto» al partido de sus simpatías pero el primero, ante la dificultad de que, salvo excepciones puntuales, un partido pequeño gane un mandato directo, se lo dan a uno de las grandes agrupaciones.
Normalmente, los electores del FDP que parten el voto dan su primer voto a un candidato de la Unión Cristianodemócrata (CDU) o a su ala bávara la Unión Socialcristiana (CSU), mientras que los votantes de Los Verdes se lo dan a un aspirante del Partido Socialdemócrata (SPD). Las formaciones pequeñas, como está haciendo ahora el FDP, también suelen hacer campañas pidiendo el «segundo voto» de los votantes de sus socios potenciales de coalición.
Ante esas campañas, los grandes partidos, como está haciendo ahora la CDU, suelen responder que no tienen votos para regalar.