Sociedad

Teresa Helbig, frescura contra el aburrimiento

El talento de la diseñadora catalana brilla en la segunda jornada de la Fashion-Week

MADRID. Actualizado: Guardar
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Amaya Arzuaga dio el pistoletazo de salida a la segunda jornada de la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid con una sobria colección inspirada en mariposas y murciélagos bajo la influencia del arquitecto suizo Max Bill. El dinamismo en las siluetas, superposiciones, asimetrías, volúmenes laterales, volatilidad en las espaldas y sisas bajas son su denominador común. Sus prendas están creadas en un amplio abanico de materiales: crepés de seda y elásticos, punto de viscosa, gazar, organza tramada, triacetato, mikado de seda y lino en negro, blanco, naranja, buganvilla, coral y gris humo. Fue el arranque de una jornada aburrida que salvaría Teresa Helbig con la mágica frescura de sus elegantes diseños, con un toque sexy y naif.

La sobriedad de la línea AA de Amaya Arzuaga tuvo su contraste en la heroína retrofuturista de Andrés Sardá. La firma catalana ha reinventado a Barbarella en una colección galáctica fabricada en piqué, jaquard, encaje laminado y un fantástico croché bañado en cobre con complementos en seda para la línea íntima y en plástico para la de baño.

Las flores son la gran fuente de inspiración, que se refleja tanto en los estampados como en la familia de los colores que recoge la suavidad de las flores del agua, la exuberancia de los trópicos, la luminosidad del mediterráneo y la delicadeza de los jardines ingleses. El punto de partida de una temporada que bascula entre el retro de los cincuenta y el minimalismo de prendas ligeras y anatómicas que se convierten en una segunda piel declinada en una paleta que destila la sensualidad de un jardín onírico que se mueve entre los luminosos e intensos naranjas, azules y verdes hasta los suaves tonos maquillaje, amarillo y blanco.

Un blanco que ha protagonizado la colección de Devota & Lomba. El creador vasco ha ofrecido un discurso sobre lo efímero de la belleza partiendo del paisaje árido característico de la etapa estival. Como un puzle con sus piezas desordenadas, los pliegues esconden las flores artificiales arrancadas de papeles antiguos y descoloridos. Los tejidos, como las gasas, rafias y brocados, se muestran sin artificio, con el blanco dando lugar a los ahumados con alguna pincelada metalizada. El modelado de las prendas, con ligeros pliegues, actúa como generador de forma siguiendo la línea del cuerpo.

Exquisita

Mención aparte merece Teresa Helbig, embarcada en un fascinante viaje por la costa Este americana, de las melancólicas playas de Nueva York hasta México, con las divas de los años sesenta y setenta como compañeras de travesía. Fabulosos vestidos a base de tiras de croché cosidas a mano en blanco y negro -uno de ellos con 220 metros de este tejido- compartieron pasarela con piezas en piqué mezcladas con malla metálica, georgette de seda y total 'looks' en denim en la primera incursión de la modista catalana en la confección con tela vaquera. Lo mejor de la jornada.

El difícil trance de mostrar sus propuestas tras una colección excepcional quedó para Miguel Palacio. Con el universo en el punto de mira, crea líneas rectas o ligeramente acampanadas en un evasé con efectos drapeados en mangas y hombros. Con el vestido como prenda indispensable, la seda es calar protagonista, junto a crepés de chiné, algodones elásticos y sus característicos tejidos técnicos perforados para faldas, chaquetas y abrigos, Todo con la fuerza del negro y el marfil, combinados y en solitario, armonizado con el azul noche y el jade y pinceladas metálicas a juego con botones de cristal facetado.

El último en pisar la otrora Pasarela Cibeles fue Ángel Schlesser. El cántabro ha cincelado a su mujer ideal, Carolyn Bessette, con volúmenes contenidos, faldas alargadas por debajo de la rodilla y cortes lenceros. Todo sumergido en el color estrella de la jornada, el blanco, desde el óptico al natural, con toques de azul zafiro, negro y verde agua. Como Palacio, la seda predomina sobre algodones, linos, viscosas y lurex. Como él mismo confesó, «más de lo mismo».