La caída en picado de Santos
El presidente de Colombia atraviesa su peor momento, acorralado por las protestas campesinas y el conflicto con las FARC
LA HABANA. Actualizado: GuardarLa popularidad de Juan Manuel Santos ha caído en picado a escasos dos meses de decidir si se presenta a la reelección. Sus críticos le echan en cara su dedicación a impulsar internacionalmente la imagen del país cafetero y su empeño para pasar a la historia como el presidente que hizo la paz con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC), pero de ser incoherente y errático en la política interior, hasta el punto de que muchos creen que ha perdido el control de la situación.
El paro cafetero de febrero fue el pistoletazo de salida de una serie de paros -el minero, resuelto esta semana- y agrarios que aún tienen al país en vilo. Se discutía sobre los precios nacionales e internacionales de los productos del agro afectados por los Tratados de Libre Comercio que abarataban las importaciones y encarecían las exportaciones.
Tras la difusión de vídeos denunciando subidas de precios de fertilizantes o combustibles, las penosas condiciones de vida de campesinos e indígenas explotó el sentir colectivo. Se materializó en agosto con bloqueos de carreteras de agricultores indignados que colapsaron gran parte del país impidiendo la distribución de alimentos básicos como leche o patatas. Volvieron los cacerolazos y las marchas de protesta. Ante ese panorama, Santos dijo «el tal paro nacional agrario no existe». Tras la metedura de pata, viajó a Boyacá e hizo un mea culpa. Se expresó en lenguaje coloquial y dijo que «había dado papaya (dar que hablar)» al negar el paro. Pero fue peor el remedio que la enfermedad. A renglón seguido agregó que no sabía que los acuerdos no se cumplían porque el ministro de Agricultura no le había informado. Confirmaba lo que sus críticos le reprochan: que no sabe lo que pasa en el país, que solo le preocupa quedar bien en las fotos, que es estirado y clasista.
Después, tras una marcha a favor del paro y contra los TLC en Bogotá que terminó con dos muertos y centenares de heridos y detenidos ordenó la militarización de la capital y de las regiones alzadas argumentando «vandalismo». Todavía permanecen desplegados 50.000 soldados. Y los paros no remiten. Aunque ayer se levantó en Bocayá, Cundinamarca y Nariño, los maestros del Huila han anunciado que se sumarán a la protesta nacional este martes.
El acuerdo se alcanzó tras más de 200 horas de negociación tras la remodelación ministerial en la que de los 5 cambios dos correspondían a los titulares de Agricultura e Interior. Así, tras más de 200 horas de negociación, el Gobierno y 12 portavoces de los campesinos. Se pactó sobre créditos bancarios, salvaguardias para la importación de patata, cebolla de bulbo, frijol, guisante, tomate, pera, leche en polvo, queso fresco y lactosuero de los países de la CAN y Mercosur.
Según el columnista Carlos Caballero Argáez, «la causa de los paros no son los tratados de libre comercio, los TLC, ni el precio de los combustibles. Es la ausencia de una política de desarrollo rural a largo plazo».
El desencanto ciudadano se reflejó en la última encuesta de la firma Gallup. La imagen de Santos cayó del 48 % en junio al 21 % en septiembre. Su impopularidad creció del 44 % al 72 % al punto de que, según Jorge Londoño, gerente de la encuestadora, «el tema de la reelección se le complica mucho al presidente». Londoño agregó que «es la caída más brava que hemos registrado en casi 20 años de medición».
La también columnista Claudia López es una 'santista' desencantada por dos razones: al asumir su mandato hace tres años, «puso la agenda que el país necesita, pero le ha quedado grande su propia agenda. Puso el tema de víctimas, de tierras, de paz. Supuestamente quería poner un nuevo esquema de desarrollo más equitativo. Pero es un fiasco para ejecutar. Eso empieza a deslegitimar la agenda. Y dos, Santos no tiene convicciones sino solo ambiciones. Su única ambición es pasar a la historia y salir bien. Qué le pase al país es algo que le importa muy poquito».
Agrega que su única preocupación es dar buena imagen. «En la paz no es si vamos a ser capaces de reincorporar a los guerrilleros sino si su imagen de posible Premio Nobel de la Paz sale bien».
El gobernante reconoció que el paro agrario ha sido el «momento más difícil» de su gobierno, pero minimiza el impacto de los sondeos: «un día uno está arriba, otro abajo. Las encuestas son un campanazo, no las ignoramos pero no gobernamos en función de ellas».
Pero Santos tiene un as en la manga: se salvará e incluso podría ser reelegido si se firma el acuerdo de paz con las FARC, que apuran los plazos en La Habana.