ESPAÑA

Rajoy se pone en modo optimista

El grupo popular intenta abrir un hueco al nuevo discurso del Gobierno con un dique frente a la ofensiva de la oposición por el 'caso Bárcenas' El Ejecutivo cambia el paso y augura un esperanzador horizonte económico

BUENOS AIRES. Actualizado: Guardar
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Mariano Rajoy avanza hacia el ecuador de su legislatura con la imperiosa necesidad de recuperar la iniciativa política y, sobre todo, la confianza de sus votantes. La fidelidad de los hombres y mujeres que llevaron al PP a la victoria en las elecciones generales de noviembre de 2011 se deteriora a marchas forzadas, según los datos del CIS. Y el presidente y su equipo han decidido poner toda la carne en el asador con una estrategia que ya trataron de implantar en julio: hablar de buenas noticias.

Las sacudidas del 'caso Bárcenas', y sobre todo la revelación de los SMS que el extesorero cruzó con el propio Rajoy hasta enero, boicotearon un plan minuciosamente diseñador para corregir aquella otra estrategia del pesimismo preventivo a la que se entregó durante el primer tramo de la legislatura. Esa que tuvo su momento álgido en la rueda de prensa del 26 de abril en la que Soraya Sáenz de Santamaría y los ministros Luis de Guindos y Cristóbal Montoro dibujaron un panorama desolador. No solo España no reduciría el desempleo sino que la legislatura acabaría en 2016 con una cifra de parados mayor a la del mandato de José Luis Rodríguez Zapatero.

Aquella táctica buscaba que los ciudadanos entendieran y aprobasen los severos ajustes económicos impulsados por le Ejecutivo y las consecuencias «antipáticas» de algunas de las reformas estructurales, como la laboral. Pero el Ejecutivo es consciente de que se paso de frenada. Las encuestas y, sobre todo los indicadores de consumo interno, han mostrado en los últimos cinco meses como el desencanto de los españoles con el Gobierno aumentaba exponencialmente. Además, las familias y las pequeñas y medianas moderaron aún más sus gastos ante la sensación, fomentada en cierta medida por Moncloa, de que lo peor de la crisis estaba por llegar. Una desafección que alimenta un efecto colateral inesperado: el aparente principio del fin del bipartidismo, con un notable crecimiento de formaciones como IU y UPyD.

Rajoy, que se jacta de ser un político previsible, que nunca dará un salto hacía lo desconocido, mantendrá la prudencia y la mesura en sus diagnósticos pero ya ha abandonado el tono fúnebre. «De vez en cuando hay que decir que podemos ver las cosas con una cierta esperanza», explicó a los periodistas españoles en la clausura del G20, que se celebró el jueves y el viernes en la ciudad rusa de San Petesburgo.

A eso se entregan con afán en el Gobierno, mientras arrecia la presión de los grupos de la oposición para que se hable en el Parlamento de su relación con Bárcenas. El PP ha levantado un muro con su mayoría absoluta y, una tras otra, ha frenado todos los intentos de interpelar a Rajoy sobre este asunto alegando errores de procedimiento en las peticiones. Amparado por ese dique, Rajoy se refugia -quién se lo iba a decir hace un año- en la economía.

Fuentes del Gobierno aseguran ahora con bocina que España abandonará la recesión en el último trismestre de este año y que crecerá más de lo esperado. «Oiga, ¿es para tirar cohetes? No, pero por lo menos eso nos reafirma en que algunas cosas estamos haciendo para que esto vaya mejor», declamó Rajoy tras el G20.

Tres anuncios

Este otoño, el Gobierno abonará esa dosis de esperanza con tres anuncios de calado: un crecimiento económico del 0,1% en el último trimestre del año; el compromiso de no subir ni IVA ni IRPF y, sobre todo, el fin de recortes drásticos como los que llevó a cabo en 2012 y la primera mitad de este año en educación, sanidad y pensiones. Vender en positivo los pocos logros de las reformas del Ejecutivo y alejar el fantasma de un aumento del paro son, a juicio de un ministro del área económica, claves para reactivar el consumo interno. «La gente no gasta menos porque haya subido el IVA o el IRPF, sino porque tiene miedo a que su empresa o la de sus hijos haga un ERE y pierdan el trabajo», acota.

Rajoy aguardael momento adecuado para lanzar otro misil: el paro se situará entre el 22% y 24% al final de su mandato, es decir, casi cuatro puntos menos que en la actualidad. No será el fin del problema, pero si supondría un aval para su reforma más indigesta: la del mercado laboral.